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hoy y mañana - DSpace CEU

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compensa para los pobres animales que, inutilizados en el servicio del<br />

hombre, eran en los tiempos bárbaros de nuestros padres inhumanamente<br />

dogollados y expuestos á la insaciable codicia del trapero que les<br />

arrancaba la piel y arrojaba sus restos á la voracidad de las aves de rapiña<br />

cuando no podía venderlos á los fondistas de la corte.<br />

»E1 forastero ha visto (ya en los departamentos que lleva visitados<br />

con cuánta previsión ó inteligencia han sido construidos los establos, las<br />

caballerizas, las chozas, las enfermerías y los demás edificios del estable<br />

cimiento; habrá observado también que, así las condiciones higiénicas<br />

de esas estancias, como el esmero en el servicio y la amorosa solicitud<br />

con que son tratados los enfermos, no dejan nada que desear; y por último,<br />

le habrá llamado la atención en los prados, en las dehesas y en los<br />

bosques la limpieza de los arbustos, la frescura de la hierba y lo bien<br />

entendida que está la plantación para que la sombra de los árboles temple<br />

los ardores del sol, sin viciar el aire que da vida al campo y á las<br />

flores.<br />

»Pero todas esas bellezas y esos detalles, altamente humanitarios, no<br />

tienen comparación con el esmero, el lujo y la inteligente coquetería que<br />

se advierte en el departamento de la nostalgia, construido á expensas de<br />

la señorita inglesa .Sofía Pattersen, de quien hablamos extensamente en<br />

otro lugar de este libro, y bajo la sabia dirección del ilustrado filántropo<br />

Ricardo Homobono.<br />

»Las alamedas, los prados, los arroyos, los saltos de agua, las grutas,<br />

los bosquetes y cuanto puede contribuir á formar una naturaleza privilegiada,<br />

y un paraíso tal como no ha vuelto á existir después del diluvio<br />

universal, todo se encuentra reunido en ese edén, que gracias á la filantropía<br />

de la ya citada señorita inglesa hemos podido ofrecer á los animales<br />

para prolongar su existencia.<br />

»A1 asomar á ese paraíso, el caballo relincha, el burro salta, el buey<br />

se revuelca, la cabra retoza, el perro ladra y el hombre se alegra. La<br />

nostalgia, esa enfermedad funesta que tantas víctimas ocasiona en casi<br />

todas las razas animales, y muy especialmente en la mular y asnal, desaparece<br />

como por encanto en ese delicioso retiro.<br />

»La nostalgia es mucho más frecuente en los animales que en el hombre,<br />

porque en aquéllos no sólo el clima, sino las ocupaciones habituales,<br />

la comida, el trato que reciben, la voz que les manda, todo constituye<br />

una segunda naturaleza y una nueva patria. Por eso las ferias, esos funestos<br />

mercados de sangre, donde se venden y revenden, truecan y cambian<br />

los animales con tan despiadada facilidad, producen tantas víctimas, que<br />

no lo son de otra enfermedad que de la nostalgia. Ejemplos elocuentísimos<br />

de esta verdad nos ofrecen los últimos anuarios estadísticos, al com-<br />

TOMO III 18

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