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hoy y mañana - DSpace CEU

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y de la consideración de las gentes. Las modestas tapias de tierra, como<br />

los soberbios muros de granito, están amasados con el sudor de los fundadores<br />

de aquellas propiedades, y no hay oro en el mundo que alcance<br />

á comprar esos objetos venerandos, símbolos de la propiedad y de la familia.<br />

»Lo que hasta el día se ha llamado expropiación forzosa es un atentado<br />

indigno, la indemnización una palabra irrisoria, la utilidad pública<br />

un fantasma invisible. Porque, ya lo hemos dicho, desde el momento en<br />

que se atropella un solo derecho privado, ya no existe la utilidad pública.<br />

De otro modo nace costando la vida á su madre y por esto le hemos llamado<br />

parricida.»<br />

A la sombra de ese decreto, cuya lectura hizo que algunos caseros de<br />

buena fe regasen con lágrimas de ternura los cimientos de sus casas solariegas,<br />

empezó el ministro á construir las del Estado en las afueras del<br />

Madrid de 1850; de aquel Madrid cuyos edificios eran, en poder de los<br />

ayuntamientos, lo que son en manos de los niños esas cajas de caseríos<br />

de madera que extienden sobre un velador pequeñito, haciendo con ellas<br />

distintas combinaciones.<br />

Habíales ocurrido á aquellos benditos concejales derribar las tapias<br />

de la ronda; pero no se atrevían á edificar fuera de ellas, y cuando querían<br />

ensanchar una calle lo hacían á expensas de dos ó tres manzanas de<br />

casas, cuyos vecinos andaban con los trastos á cuestas, hasta que en los<br />

nuevos edificios, remontados al quinto cielo, les daban un piso cuarto ó<br />

un quinto ó un sexto.<br />

Nuestro ministro, por el contrario, se salió de la población todo lo<br />

lejos que pudo, y en el Campo de Guardias (por una alta previsión política<br />

y no por respetos históricos, como algunos creyeron) construyó un<br />

edificio para el ministerio de la Guerra; el de Hacienda fué á parar á la<br />

derecha del asilo de mendicidad de San Bernardino; enfrente de la fonda<br />

del Espíritu Santo se hizo una gran casa para el ministerio de Estado; el<br />

de Ultramar se estableció en San Isidro del Campo, con vistas al Manzanares;<br />

en el soto de Migas Calientes se puso el de Fomento; el de Marina<br />

en una gran tierra de secano camino de Chamartín; el de Gracia y Justicia<br />

en el portazgo de Fuencarral, y el de Gobernación fué el único que se<br />

mantuvo provisionalmente en la Puerta del Sol, hasta que una vez fijado<br />

el centro de la nueva población pudiera construirse el local de esa gran<br />

rueda administrativa.<br />

Tras de esas construcciones y las de otros edificios públicos, como<br />

cárceles, institutos, bibliotecas, etc., se dio otro decreto anunciando la<br />

venta de todos los terrenos comprendidos entre la antigua población y<br />

los edificios nuevamente construidos, que no eran de propiedad particu-<br />

TOMO III 3

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