13.05.2013 Views

hoy y mañana - DSpace CEU

hoy y mañana - DSpace CEU

hoy y mañana - DSpace CEU

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

La clásica, doscientas lineas en un solo párrafo; la romántica, ciento<br />

cincuenta y ochenta de 2mntos suspensivos; la socialista, cuatrocientos<br />

párrafos de dos líneas cada uno; la católica, trescientas líneas en períodos<br />

largos. s<br />

Y dicho esto se dirigió con la mayor amabilidad á Venancio, preguntándole<br />

qué se le ofrecía.<br />

—Quisiera—contestó el joven haciendo un esfuerzo supremo para hablar<br />

y otro mayor para tragarse lo que verdaderamente se le ofrecía,—quisiera<br />

tener el honor de hablaros un momento, pero si estáis ocupada<br />

volveré otro día.<br />

—Siempre me hallaréis lo mismo que ahora—dijo Safo;—conque ya<br />

podéis hablar.<br />

—Es que desearía—balbuceó Venancio, acercándose con timidez—que<br />

estuvieseis<br />

—¿Sola?—preguntó Safo adivinando lo que su amante no se atrevía á<br />

decir.<br />

—¡Si no tenéis inconveniente! '<br />

—¿Qué he de tener? Hablad; ya estamos solos.<br />

Y así era la verdad, porque con no poca sorpresa de Venancio, en el<br />

momento en que la joven adivinó lo que él quería, giraron los cuatro<br />

atriles con las jóvenes que estaban apoyadas en ellos, y el gabinete quedó<br />

cerrado por todas partes, apareciendo en la pared de cada uno de los<br />

cuatro ángulos los siguientes rótulos:<br />

NOVELA CLÁSICA.—NOVELA ROMÁNTICA.—NOVELA SOCIALISTA—NOVE-<br />

LA CATÓLICA.<br />

Semejante transformación se hizo con tanta rapidez que Venancio<br />

quedó maravillado y sin poder articular una sola palabra, hasta que,<br />

instado nuevamente por Safo para que hablara, cayó de rodillas á sus<br />

pies, diciendo casi entre dientes:<br />

—Yo os amo.<br />

Safo, un tanto sorprendida, pero sin dar un solo paso ni gritar ni<br />

poner de muestra la sorpresa en las mejillas, que encendidas estaban y<br />

encendidas siguieron, tendió ambas manos, que Venancio se apresuró á<br />

estrechar llevándolas á los labios, y alzándole en pie como quien levanta<br />

una pluma, le dijo con una frialdad que habría helado á cualquier otro<br />

hombre menos abrasado de amor que el joven extremeño:<br />

—¿Os sentís malo?<br />

—Estoy enamorado ciegamente de vos, señorita.<br />

—Ya. ¿Pero qué os ha dado, que os habéis caído de rodillas?<br />

- El amor que me inspiráis no me permite estar de otro modo en<br />

vuestra presencia—dijo Venancio arrodillándose de nuevo,—y así estaré

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!