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hoy y mañana - DSpace CEU

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enamorado galán, el cual no repitió la dosis porque creyó oir pasos en la<br />

pieza inmediata, y al punto retiró los labios y aun tuvo conatos de pasar<br />

por ellos su mano como hacen los niños golosos cuando son sorprendidos<br />

á la entrada de una despensa.<br />

Tgnoraba el pobre hidalgo extremeño que lo que acababa de hacer no<br />

tenía importancia alguna y que, no ya en la mano y á hurtadillas, sino en<br />

el rostro y públicamente, podía besar cuando se le antojara á Safo y á<br />

cuantas mujeres le saludaran con el dictado de amigo.<br />

Verdad es que si lo hubiera sabido, el beso le habría amargado ó no le<br />

hubiera pasado de los labios, llegándole como le llegó al corazón, ni más<br />

ni menos que á su abuelo le llegaba el contacto de una mano femenina<br />

cuando, encendido como un pavo, la buscaba en secreto por debajo del<br />

verde tapete de aquella célebre camilla de AYER, y á su padre el primer<br />

beso de mujer que halló detrás de una puerta ó entre los pliegues de un<br />

dominó en 1850, cuando ya el estrechar una mano se hacía por encima<br />

del tapete y sin teñirse de rubor el que apretaba ni la que recibía el apretón.<br />

Y esto es tan cierto, que si Safo hubiera comprendido que aún se quedaba<br />

con ganas de besar, le habría dicho «siga usted besando,» sin importarle<br />

nada, no ya de los pasos que allí cerca se oían y ella sabía bien<br />

quién los daba, sino de que la sala hubiera estado llena de gente.<br />

Era Norma, su amiga y colaboradora literaria, la que se acercaba y la<br />

que entró en el salón gimnástico, cuando aún Venancio paladeaba el beso<br />

y se apartaba de Safo para mejor disimular lo que no tenía más delación<br />

que el disimulo.<br />

Norma, la futura esposa del célebre lapón, folletinista del Eco de las<br />

Soledades, no nació hermosa, pero nació mujer; y como decían los antiguos,<br />

aunque no era bonita se paseaba entre ellas y hasta puede añadirse<br />

que parecía mejor que todas. Alguien dijo y muchos hemos repetido<br />

aquello de que el poeta nace y el orador se hace, y sin embargo esto puede<br />

aplicarse mejor á la mujer, diciendo que la buena moza nace y la mujer<br />

graciosa se hace.<br />

En todos tiempos y todas edades, desde que el mundo se anunció á sí<br />

mismo por medio de Eva, el Apolo del bello sexo, han nacido, nacen y es<br />

de creer que nacerán mujeres hermosas, tipos acabados y perfectos de<br />

belleza absoluta, para los cuales el peluquero, el joyero y la modista son<br />

tres enemigos capitales, como lo es la restauración de las verdaderas obras<br />

maestras del arte. Si Venus hubiera salido de las espumas del mar con el<br />

cabello recogido, el pecho encerrado en un corsé, el cuerpo embutido en<br />

un miriñaque y los brazos enfundados en seda como un paraguas ó un<br />

manojo de bastones, y por remate de esa restauración artística se hubiera<br />

pintado los labios, teñido las cejas, sombreado los ojos y espolvoreado el

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