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hoy y mañana - DSpace CEU

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enseñanza se llaman viveros masculinos ó femeninos, y al colegio no se<br />

puede ir, sino volver, en atención á que las personas de ambos sexos abren<br />

los ojos de recién nacidas en uno de esos viveros, y no vuelven á salir de<br />

allí hasta que han cumplido diez años las hembras y doce los varones,<br />

que es cuando se declara que si les falta algo que aprender ya tienen edad<br />

de aprenderlo por sí solos.<br />

Pero sonrió de tal modo que la buena señora creyó, no sólo que la había<br />

comprendido, sino que le daba la razón, y sintió una nueva simpatía<br />

hacia ella; simpatía que advirtió Venancio, y que sumándola con la anterior<br />

y con el buen efecto que la había producido el retrato, se dijo á sí<br />

mismo:<br />

—Esto va viento en popa. Dios tenga de su mano á Safo para que no<br />

suelte alguna de las gordas; y si la suelta, la Virgen de la Zarza haga que<br />

mi madre no la entienda.<br />

Y al pensar así no contaba el hidalgo extremeño con que el amor había<br />

obrado tal cambio en el corazón de la poetisa, que la hacía adivinar<br />

y hasta sentir lo que dos días antes era incapaz de comprender. De otro<br />

modo ni se habría cuidado, como se cuidó, de averiguar si había llegado<br />

á Madrid la madre de Venancio ni de hacerla la visita de etiqueta con tal<br />

premura. Verdad es que ella, gracias á la educación que había recibido,<br />

apenas sabía lo que era el amor de madre, y por esto se hallaba allí sin<br />

la suya; pero el entusiasmo con que oyó hablar á Venancio de la otra y<br />

el afán con que, apenas llegados á Madrid, le vio correr al hotel, la hicieron<br />

inspirarse en ese mismo sentimiento y amar desde luego lo que tanto<br />

amaba el objeto de su amor. Es posible que más tarde, en el segundo período<br />

de ese instinto gemelo, de ese vértigo simpático que la hacía ver<br />

por los ojos de su amante, se convierta en celos ese amor; pero en esto<br />

momento Safo ama á doña Iiuperta, porque así cree amar más y mejor á<br />

Venancio.<br />

Dado el amor, que es una pasión que anda en estos tiempos por las<br />

nubes, á la altura do esta sociedad de los globos y de los trapecios, todo<br />

lo demás pasa y sucede como antiguamente. Safo, á los ojos de una persona<br />

observadora, de esas á quienes jamás les distraen las formas para<br />

examinar el fondo de una cosa, era una mujer modesta y digna por todos<br />

conceptos del amor de Venancio y del cariño de doña Iiuperta. A los do<br />

esta señora, para la cual las formas lo eran todo, puesto que ella creía<br />

que las únicas buenas eran las de su aldea, cuya sociedad está á tres siglos<br />

de distancia de la de la corte, tenía que aparecer todo lo contrario.<br />

Si lo inesperado del suceso no la hubiese impedido hablar consigo<br />

misma, se le habría oído decir lo siguiente:<br />

«Pero señor, ¿qué escándalo es este? ¡A qué tiempo hemos llegado,

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