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hoy y mañana - DSpace CEU

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—¿Les dan glóbulos homeopáticos?—preguntó doña Ruperta sonriendo.<br />

—No, señora, sino que se combate una manía pequeña con otra mucho<br />

mayor, pero semejante. Antiguamente los locos se veían los unos á los<br />

otros, y el fanático excitaba con sus extravagancias religiosas al incrédulo,<br />

el músico al melancólico, éste al alegre, el político al indiferente, el<br />

erótico al casto, y los mismos profesores encargados de la curación de los<br />

locos y de los maniáticos, entrando en discusión con ellos, les enfurecían<br />

cada vez más, afirmándoles en sus delirios. Ahora, como que ya no se<br />

dice que al que no quiere caldo se le dé la taza llena, sino que se ha demostrado<br />

que un clavo saca otro clavo, á cada maniático se le cura con<br />

su propia manía, por un sistema sabiamente entendido y desarrollado,<br />

que se llama saturación del extravio. Ahí tiene usted—continuó el joven<br />

jurisconsulto, señalando ásu madre una de las jaulas, en la cual había un<br />

demente vuelto de espaldas y tapándose los oídos con ambas manos,—ese<br />

infeliz es un melómano, mucho más loco que el célebre Choron de París.<br />

Para curarle de su desatinada afición á la música no se ha hecho otra cosa<br />

que hacerle oir de día y de noche un organillo. Los primeros días ni comía<br />

ni descansaba, llevando el compás y tarareando todas las piezas que<br />

oía en el instrumento: pues bien; ahora está tan harto de música, que se<br />

tapa, como usted le ve, los oídos, apartándose á un rincón en la jaula; y<br />

cuando algunos ratos cesa el organillo por disposición del médico, se<br />

pone muy alegre y duerme, y pronto, según me dijeron el otro día, saldrá<br />

curado. El que está en la jaula inmediata vino en estado de verdadera<br />

furia, víctima del fanatismo industrial, y desde luego, al verse<br />

en un aposento cuyas paredes estaban llenas de máquinas y de una porción<br />

de inventos extravagantes y ridículos, se fué calmando, abrió los<br />

ojos con alegría, y estrechando la mano al médico, le dijo: «Gracias, amigo<br />

mío: usted es el único que ha sabido darme por el gusto.» Y tanto y<br />

tanto le dan, que ya empieza á estar harto. Los lienzos de la pared están<br />

dispuestos de manera que las pinturas van cambiando como verdaderos<br />

cuadros disolventes, reformándose sin cesar las máquinas, chocando las<br />

unas con las otras, produciendo tantos desastres, que el industriómano<br />

se tapa muchas veces los ojos del mismo modo que el músico se tapa los<br />

oídos.<br />

Extasiada iba doña Ruperta oyendo á su hijo y examinando con verdadero<br />

interés y con muestras de gran dolor los encierros de aquellos<br />

infelices, cuando llegaron á su oído los gritos de verdadera rabia que<br />

ciaban en unas jaulas bastante apartadas de la que se hallaban visitando,<br />

y cogiéndose instintivamente del brazo de su hijo, le dijo:<br />

—Vamonos, Venancio, vamonos.

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