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hoy y mañana - DSpace CEU

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Y es el caso que, como al llegar á la capital de España ni le pidieron<br />

el pasaporte, ni le registraron el baúl de la ropa blanca, ni menos le preguntaron<br />

si traía en el corazón alguna cosa que pagara derechos ó que<br />

desde luego fuera declarada de ilícito comercio, él creyó de buena fe que<br />

podría usar todas las prendas que había gastado en el lugar, y después<br />

de atusarse la cabeza, se fué con el corazón á todas partes.<br />

Abierto de par en par le llevaba cuando vio por primera vez á su adorado<br />

tormento, y aunque la impresión que le hizo le pareció no más grande<br />

que el pinchazo de un alfiler, cuando llegó á la fonda observó que la<br />

picadura se le había enconado y que el corazón no le cabía ¿n el pecho.<br />

Con esta frase se dio cuenta á sí mismo del estado en que se hallaba,<br />

y la frase era exactísima. Si hubiera tenido la cabeza dispuesta para encerrar<br />

otra cosa que el derecho romano y el derecho de gentes, le habría<br />

sido fácil acomodar en ella la pasión amorosa, ó cuando menos la parte<br />

de ésta que no le cabía en el corazón; pero no era así por desgracia suya,<br />

y le fué preciso buscar la manera de desahogar el pecho ó resignarse á<br />

reventar de amor. Optó por lo primero, porque le faltaba valor para lo segundo,<br />

y ya has visto, lectora, cuan desgraciado fué en sus primeros pasos.<br />

Pero como no hay mal que por bien no venga, y los enamorados todo<br />

lo convierten en substancia amorosa, que' no parece sino que á cada uno<br />

de ellos se le antoja ser un D. Quijote, que tiene cinco ó seis encantadores<br />

envidiosos y desocupados, entretenidos en hacerle rabiar, pensó<br />

Venancio que la publicación de su carta en el Boletín de antigüedades<br />

envolvía un gran misterio, del cual estaba siendo víctima su hermosa<br />

Dulcinea, y pasados los primeros arrebatos de su locura, cuando aún le<br />

escocía la mano derecha de la bofetada que acababa de curar con cuarenta<br />

reales, se dirigió á casa de su amada.<br />

Cierto es que no salió de la redacción con semejante propósito, sino con<br />

el firmísimo de volverse á su pueblo; pero como no tomó el patín eléctrico<br />

para dirigirse subterráneamente á la fonda y pedir la cuenta y liar el<br />

petate, sino que echó á andar por la calle un pie tras otro, sin plan ni dirección<br />

fija, tuvo tiempo de sobra para refrescar sus ideas y avivar su amor.<br />

Puesto que las gentes habían tomado su nombre por el de un ser imaginario<br />

y su declaración amorosa por un documento del siglo xvn, pensó<br />

que su pasión estaba tan secreta y tan callada como antes de coger la<br />

pluma para describirla, y se decidió á seguir amando y viviendo lo más<br />

cerca posible del objeto de su amor.- A cuyo fin se fué, como en los días<br />

anteriores, á hacer el poste enfrente de la casa de su futura suegra.<br />

Pero desde que tomó esta resolución y aun la de atropellar por todo<br />

y entrar en la casa, le parecían siglos los instantes y kilómetros los milímetros<br />

de distancia que le separaban de su felicidad, y no pudo seguir

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