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hoy y mañana - DSpace CEU

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hombre ha vertido en ese suelo feraz multitud de semillas de otras tantas<br />

flores aromáticas, y comprenderás todos los grados de amor que se<br />

respiran en ese paraíso matrimonial.<br />

Casas rústicas, enteramente rústicas al exterior, pero elegantes confortables<br />

y cómodas interiormente, se alzan, aisladas las unas de las otras,<br />

en el monte; chozas de aspecto humildísimo por fuera y que por dentro<br />

son pabellones del mejor gusto, se ven por todas partes; y fuentes y cascadas<br />

y arroyos bullidores embellecen el recinto, contribuyendo con la<br />

frescura que derraman á que la atmósfera de amor que allí se respira sea<br />

cada vez más pura y más balsámica.<br />

En el centro de la comarca se alza una gran rotonda, donde están todas<br />

las dependencias del establecimiento, inclusas la cocina y la repostería;<br />

pero ninguno de los empleados puede salir á pasear por el monte,<br />

que es del uso exclusivo de los huespedes. Y como éstos han de vivir allí<br />

como vive la guardia civil en los caminos, esto es, apareados, no se halla<br />

otra cosa sino parejas, que pocas veces se ven entre sí, porque los pabellones<br />

están dispuestos de manera que cada matrimonio pueda aislarse<br />

cuanto quiera sin dejar por eso de gozar de los encantos de la Arcadia.<br />

Las casas, las chozas, las grutas, los bancos y hasta los árboles, todo<br />

está hecho de manera que no pueda servir más que para dos personas.<br />

Y en cuanto á los paseos, además de ser veredas estrechas, por las que<br />

apenas cabe una pareja si no marcha muy íntima, están dispuestos de<br />

tal modo, ya por las sinuosidades del terreno, ya por la forma del trazado,<br />

que jamás se encuentran los unos con los otros, aunque todos vayan<br />

á un mismo sitio. Todo allí parece que ha sido hecho con arreglo al precepto<br />

amatorio de Rojas Zorrilla, cuando dice por boca de García del<br />

Castañar:<br />

«Donde en servicio de Dios,<br />

Una yo y otra mi esposa<br />

Nos comemos, que no hay cosa<br />

Como á dos perdices dos.»<br />

Y á tal extremo se lleva el emparejamiento, que los coches del electrocarril<br />

que va desde la corte á la Arcadia sólo tienen dos asientos. De<br />

manera que si los recién casados no quieren ver á nadie más que á sí<br />

mismos y estar siempre pensando él en ella y ella en él, pueden lograrlo<br />

desde el momento en que se acercan al despacho de billetes y piden «una<br />

luna de miel de 1. a<br />

, de 2. a<br />

ó de 3. a<br />

, ida y vuelta, por ocho ó por quince<br />

días.»<br />

Este es el plazo de las más largas; pero se venden pocas de éstas, y los<br />

veedores del establecimiento están siempre con cuidado desde que pasan

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