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hoy y mañana - DSpace CEU

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aprenden muchas cosas indispensables para andar por el mundo. Los<br />

niños y los locos son los que dicen las verdades, según el refrán, y nada<br />

enseña tanto á un cuerdo como la vista de otro que ha dejado de serlo.<br />

—Pero hijo mío, no digas disparates—replicó doña Iiuperta.—¿Qué otra<br />

cosa puede decir un loco sino locuras? El trato con los hombres de buen<br />

juicio y de sana razón es la verdadera enseñanza.<br />

—Sí, señora; pero se aprende mucho también en estos establecimientos.<br />

Y para que usted conozca que tengo razón en lo que digo, nos asomaremos<br />

un momento a\ Manicomio Voluntario, que verdaderamente es<br />

una casa de locos digna de ser estudiada por los hombres pensadores y<br />

que de buena fe aman el bienestar de la humanidad y los progresos sociales.<br />

En ese manicomio—añadió Venancio con acento del mayor entusiasmo,—como<br />

su nombré lo indica, entran las personas por su gusto ó por<br />

el de sus familias, pagando, si tiene bienes de fortuna, como en el hospital,<br />

ó gratis si son pobres, y en el acto son destinados á uno de los grandes<br />

departamentos del Norte ó del Mediodía, según la temperatura que exige<br />

el grado y la clase de demencia en que se hallan. Esos departamentos están<br />

divididos en distritos lunáticos, clasificados según los diferentes géneros<br />

de demencia ó de monomanías reconocidas hasta el día, y en las<br />

jaulas numeradas que hay en ellos se colocan los huéspedes del establecimiento.<br />

Pero esos encierros ó jaulas no tienen de tales sino el nombre,<br />

porque la comodidad que en ellas disfrutan los alienados y el trato que<br />

reciben, así para su alimentación como para su curación, es altamente<br />

humanitario y digno del estado de cultura á que ha llegado este siglo en<br />

muchos otros ramos de la administración. Y no crea usted que el gobierno<br />

tiene la dirección de esta casa, sino que también su servicio se saca á<br />

pública subasta, bajo un pliego de condiciones facultativas y económicas,<br />

en el que nada se omite de cuanto pensaron Esquirol, Pinel, Franck,<br />

Brousais y todos los grandes hombres que estudiaron las causas de esa<br />

enfermedad y los medios de curarla, con expresa prohibición del látigo,<br />

de la mordaza y de todo tratamiento violento.<br />

—Pues hijo mío—replicó doña Iiuperta, atreviéndose á echar su cuarto<br />

á espadas en materia tan honda,—todos esos señores serán unos sabios,<br />

pero yo creo que el loco por la pena es cuerdo.<br />

—No diga usted, por Dios, esas cosas, madre. El loco, si no se enfurece<br />

cuando recibe un latigazo, tiembla y calla por miedo de que le den el segundo,<br />

pero no se cura de su manía. Exaltado por ella, se considera un<br />

mártir, y lo que se alcanza con el castigo es hacerle furioso ó idiota.<br />

—Aquí, por el contrario—añadió Venancio cuando ya entraba con su<br />

madre en el gran patio del Manicomio Voluntario,—se ha hecho una sabia<br />

aplicación del similia similibus.<br />

TOMO III 19

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