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hoy y mañana - DSpace CEU

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El maestro de ceremonias se encoge de hombros como si dijera: «¿ y á<br />

mí qué me cuenta usted?,» y el joven extremeño añade:<br />

—¿Qué tal os parece la idea de la renuncia?<br />

—A mí no me parece ni bien ni mal; pero si habláis con formalidad y<br />

queréis consultar lo que os conviene hacer en ese asunto, me retiraré y diré<br />

al Mentor del hotel que venga á enterarse y á aconsejaros.<br />

Muchas cosas se le habían indigestado á Venancio desde que estaba en<br />

la corte; pero lo de saber que en el hotel había, no sólo maestros ele ceremonias,<br />

sino mentores que se alquilaban para pedirles un consejo, como<br />

se alquila un caballo para dar un paseo, se le atragantó* de tal modo, que<br />

para arrojarlo tuvo que soltar una fuerte carcajada, y mirando á su interlocutor<br />

con aire de lástima, dijo: \<br />

—¿Y hay también tutores en el establecimiento?<br />

—Sí, señor, que los hay y prestan muy buenos servicios; porque como<br />

los tenemos de ambos sexos, tan pronto es un niño á quien le hace falta<br />

un padre para una solemnidad universitaria, como una doncella que necesita<br />

una madre en representación de la suya propia ó cualquier otro individuo<br />

á quien le conviene el tutor para su uso privado ó para una presentación<br />

pública. Sólo así—añadió con cierto aire de orgullo el maestro de<br />

ceremonias—se pueden-sostener estos grandes hoteles que tan combatidos<br />

fueron al principio por los que creían que iban á relajar los lazos de la<br />

familia. Indudablemente que si se hubiesen montado como las fondas<br />

ordinarias, no habrían alcanzado el crédito que <strong>hoy</strong> justamente tienen.<br />

Tan perfecta como es esta casa en la parte material del servicio mecánico,<br />

lo es en la moral, digámoslo así, en la que afecta á la representación y al<br />

decoro de los huéspedes. Sin temor de ser desmentidos pueden decir los<br />

del Hotel Transalántico que aquí no se echa de menos nada de cuanto<br />

pueda ser necesario en la vida moral y en la material.<br />

—Sí, ya veo—replicó Venancio sonriendo amargamente—que se venden<br />

consejos, se prestan tutores y se alquilan madres.<br />

—Exactamente; todo eso se hace, por más que lo digáis con cierto aire<br />

de burla. Ayer mismo el número 565 me avisó para que presidiera en su<br />

nombre un duelo, porque él estaba obligado á asistir á otro negocio de<br />

mayor interés, y lo hice con tal gravedad y tal sentimentalismo, que El<br />

Eco de las tumbas y El Condensador de las lágrimas declaran en sus<br />

números de anoche que jamás han asistido á una ceremonia más conmovedora<br />

ni han visto despedir un duelo con más dignidad ni más extremos<br />

de dolor. Y claro está—añadió el maestro de ceremonias—que si no se hiciera<br />

así sería imposible que los hombres de negocios pudieran multiplicarse<br />

atendiendo por sí ó por procurador á varias cosas á un tiempo.<br />

Venancio parecía estar distraído mientras su interlocutor seguía pon-<br />

TOMO III 12<br />

imWM<br />

UNIVERSIDAD SAN PAE<br />

BIBLIOTECA<br />

Gil MUNILI.A

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