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hoy y mañana - DSpace CEU

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la mayor parte de las conveniencias parlamentarias, empezando por el<br />

traje y las demás formas de educación y de cortesía, porque como cada<br />

uno habla desde su casa puede estar como mejor le convenga. En segundo,<br />

y esto es importantísimo, cuando era preciso asistir en persona á un<br />

congreso europeo, por más instrucciones que se diesen al representante,<br />

la nación quedaba entregada á la capacidad ó al capricho de un hombre, y<br />

ahora como no se sabe cuántos asisten, esto es, cuántos hablan, el soberano<br />

ó el sabio pueden tener á su lado un numeroso cuerpo consultivo que les<br />

ilumine sobre lo que han de decir. Y sobre todo, las pasiones no se exaltan<br />

como cuando se habla de viva voz, ni por muchas inconveniencias que<br />

se digan unos á otros hay el peligro de que vengan á las manos, como sucede<br />

en las asambleas ordinarias.<br />

—Y cuando un orador ó un telegrafiador—dijo Venancio, haciendo<br />

ya verdadera burla de lo que oía—no hace caso de la campanilla eléetrica<br />

y sigue telegrafiando, ¿qué hace el presidente?<br />

—Le amonesta dos veces para que deje de funcionar, y á la tercera le<br />

corta el alambre.<br />

—Lo que no sé cómo se harán con este sistema las votaciones secretas.<br />

—¿Las qué?—preguntó el fabricante.<br />

—Las votaciones secretas—repitió Venancio;—esos actos can comunes<br />

en todas las asambleas, en que, como dice el refrán, se dice el pecado<br />

y se calla el nombre del pecador.<br />

—Eso no ocurre nunca, á Dios gracias—dijo el fabricante,—porque<br />

tanto en esos congresos cuanto en los de viva voz las votaciones son públicas.<br />

Se a?abó por fortuna el tiempo de los hechos anónimos. Hoy día<br />

todos tienen el valor de sus opiniones, y si alguno se abstiene de votar no<br />

lo hace por miedo de que se sepa cómo piensa, sino simplemente porque<br />

no quiere hacer uso de ese derecho.<br />

Como Venancio, que por eso me he enamorado yo tanto de él, es hombre<br />

de buena fe y de muy recto juicio, hizo justicia en esta parte á las<br />

asambleas modernas y así se lo manifestó al fabricante; pero deseando<br />

que la conversación volviese al punto de donde había partido, le dijo:<br />

—En verdad os digo que reconozco las ventajas de ese nuevo sistema<br />

parlamentario, y aunque advierto en él una gran falta, quisiera<br />

—¡Una falta!—interrumpió el fabricante.—¿Qué falta? Decid.<br />

—La publicidad de las discusiones.<br />

—¡La publicidad! Pues si de algo pecan, esas sesiones es de ser demasiado<br />

públicas!<br />

—¿Qué decís? ¿Y cómo se hace ese milagro? ¿Dónde están ni corno es<br />

posible que estén la tribuna para el público ni la de los periodistas?

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