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hoy y mañana - DSpace CEU

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—¿Es usted andaluz?—dijo doña Ruperta corriendo.<br />

—No, señora—respondió el práctico,—yo nací en Tetuán. Mis padres<br />

fueron allí á comerciar cuando la antigua guerra de España con el imperio<br />

de Marruecos, y se quedaron muchos años, hasta hacer una buena<br />

fortuna, con la cual pensaron volverse á su patria. Pero los moros dispusieron<br />

lo contrario, y se la robaron, echándolos de allí con una paliza y<br />

sin un cuarto. A mi padre le costó la vida ese contratiempo, y mi madre<br />

se casó pocos meses despue's en Málaga, donde mi padrastro me puso á<br />

servir en casa de un canónigo, que me quería mucho, pero que me hacía<br />

trabajar demasiado. Me escapé de su laclo y de la ciudad en un barco<br />

belga antes de cumplir los trece años de edad, y desde entonces no he<br />

vuelto á Andalucía. No sé por qué habéis creído que soy andaluz.<br />

—Por la manera que tiene usted de contar las cosas—dijo doña Ruperta.<br />

—Las cuento tal como son; y si no, vos misma lo veréis cuando vayáis<br />

conociendo la corte.<br />

—No digo yo que no sea verdad lo que usted dice, pero en lo de las<br />

servilletas que se dan gratis y en lo de esas gentes pagadas para que se<br />

paren en los escaparates hay algo de exageración andaluza. Se le conoce<br />

á usted la escuela malagueña.<br />

—Pues no lo creáis si no queréis—repuso el prático;—pero yo os digo<br />

que es verdad. Y en cuanto á lo que decís do la exageración andaluza<br />

estáis muy equivocada, porque <strong>hoy</strong> día las cosas que pasan y que veréis<br />

por vuestros propios ojos exceden con mucho á las que antiguamente<br />

inventaban los andaluces. Todo lo que se cuenta de Manolito Gázquez no<br />

llega á lo que ahora está pasando real y verdaderamente á los ojos de<br />

todos.<br />

Doña Ruperta no replicó nada, y atravesando en seguimiento del práctico<br />

y en compañía de sus criados las calles H, I, J y K del hotel, se colocaron<br />

todos en la plataforma mecánica y descendieron desde el piso<br />

* cuarto al de la calle, en la cual se encontraron al momento sin más que<br />

atravesar un pequeño vestíbulo.<br />

Eran poco más de las ocho de la noche, y los focos de electricidad que<br />

alumbraban la población estaban en todo su vigoroso esplendor. Los lugareños<br />

quedaron atónitos al ver los edificios bañados de una luz vivísima,<br />

que no ofendía la vista como los reflejos del sol, ni presentaba las<br />

duras sombras de la luna.<br />

Abrieron los ojos, sin cerrar la boca; miraron al cielo y al suelo y á<br />

todas partes, y no pudiendo comprender de dónde salía aquella luz que<br />

lo alumbraba todo, se miraron los unos á los otros, miraron también al<br />

práctico y no acertaron á decir una sola palabra.

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