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hoy y mañana - DSpace CEU

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en los demás establecimientos públicos en que se conoce esta clase de funcionarios<br />

de la etiqueta, están acostumbrados á recibirlos sultánicamente,<br />

y la verdadera cortesía que ellos se meten en el alma es la que saca del<br />

bolsillo el cumplimentado para gratificarles cuando se han acabado las<br />

ceremonias.<br />

Pero Venancio, aunque sabe de sobra que todos aquellos cumplidos se<br />

los pondrán en cuenta muy cumplidamente, no puede permanecer sentado<br />

mientras aquel personaje le hace reverencias, y lleva su franqueza<br />

extrema hasta rogarle que se siente. Exceso de cortesanía que lejos de<br />

ser agradable al maestro de ceremonias nubla un tanto su semblante,<br />

porque teme que allí donde son tan pródigos en cumplidos anden escasas<br />

las monedas, y con cierto aire de severidad que casi tiene asomos de reconvención<br />

dice que no puede sentarse porque se lo prohiben las ordenanzas<br />

de su profesión.<br />

Y sacando de entre el ropón de terciopelo morado en que viene envuelto<br />

un álbum ricamente encuadernado, le extiende sobre la mesa, no<br />

sin poner primero un paño de terciopelo carmesí galoneado de oro.<br />

—Aquí tenéis—dice—los modelos del decorado de las salas de comer,<br />

de beber y de fumar, con los servicios de mesa y demás adornos que se<br />

usan en estas solemnidades electorales. Tened la bondad de decirme el<br />

que os parezca mejor para cada uno de esos tres tiempos del banquete.<br />

—Ya he dicho—replica Venancio asombrado, y digámoslo de una<br />

vez, apestado de aquellas ceremonias,—que se haga todo con decoro y<br />

como sea costumbre.<br />

—Perdonad, caballero—dice haciendo una nueva cortesía el maestro<br />

de ceremonias;—pero el decoro no tiene límites ni precio marcado en la<br />

cartilla de la etiqueta, y en cuanto á la costumbre tampoco hay reglas<br />

fijas para establecerla.<br />

—¿Ha habido algún otro huésped en este hotel que haya sido elegido<br />

diputado?—pregunta Venancio.<br />

— Muchísimos. ¡Pues si esta casa puede llamarse la antesala del Parlamento!<br />

Yo no sé en qué consiste, pero candidato que toma habitación en<br />

este hotel tiene segura la elección.<br />

—¿Y qué han hecho los que se han visto en el caso que yo?<br />

—Cada uno ha obrado como le ha parecido, con arreglo á su posición<br />

social, á sus aspiraciones parlamentarias, á los gastos hechos de antemano<br />

en la elección ó á las más ó menos esperanzas de hacer una fortuna<br />

en el Parlamento.<br />

—Yo no me hallo en ninguna de esas condiciones—dice Venancio,<br />

hojeando con indiferencia el álbum,—y casi estoy tentado por renunciar<br />

el cargo de diputado.

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