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hoy y mañana - DSpace CEU

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Doña Ruperta, que aunque lugareña tenía precisión por su jerarquía<br />

social de pasar por cortesana y nada asombradiza á los ojos de su servidumbre,<br />

se volvió al criado y le dijo con aparente sonrisa:<br />

—Aquí no se necesita la linterna.<br />

—¿Qué linterna?—preguntó el práctico.<br />

—La que usamos en el pueblo las señoras principales—dijo doña Ruperta—cuando<br />

vamos á alguna visita de noche. Ahora ya hace muchos<br />

años que tenemos alumbrado de aceite en las calles, y se dice que le van<br />

á poner de gas muy pronto; pero como hay pocos faroles, están á obscuras<br />

las calles, y yo siempre que salía de casa por las noches llevaba un<br />

criado con una linterna.<br />

—Antiguallas—dijo el práctico.—Aquí ya veis que no hace falta nada<br />

de eso; hay más luz que si fuera de día. Y de poco tiempo á esta parte se<br />

lia echado á perder mucho el alumbrado. Yo no sé si consiste en que va<br />

escaseando el cobre ó en la mala calidad del cinc, pero ello es que la luz<br />

no es tan limpia como al principio.<br />

Doña Ruperta, atónita con lo que veía y sin comprender una sola<br />

palabra de las que dijo el práctico, no quiso preguntar nada por miedo<br />

de entrar en nuevas confusiones y siguió marchando por la calle inaquinalmente,<br />

sin poderse dar razón de nada de lo que veía.<br />

A los criados les pasaba otro tanto, pero gritaban cada vez que veían<br />

alguna cosa que les llamaba la atención, y doña Ruperta les imponía silencio<br />

y decía, mirando al práctico con aire risueño:<br />

—Estos pobres, como no están acostumbrados á ver ciertas cosas no<br />

pueden callar.<br />

—No importa que hablen ni que alboroten viniendo conmigo—repuso<br />

el práctico.<br />

Y así era la verdad, porque aunque las calles estaban llenas de industriales<br />

y de vendedores, nadie se acercó á molestar á los lugareños; y á<br />

pesar de que á muchos de ellos seles iban los ojos tras de aquellas gentes<br />

como se le iba al pescador de antaño el anzuelo del deseo tras del pez *<br />

que á flor de agua llevaba la boca abierta, ninguno fué osado á decirles<br />

nada al ver el banderín del práctico que decía: Paso libre.<br />

Si hubieran ido solos les habría sido imposible dar un solo paso. Sin<br />

saber cómo, se hubieran visto los bolsillos llenos de libros, de periódicos<br />

y de otra porción de objetos; casi á empujones los habrían metido en las<br />

tiendas, y á poco que se hubieran descuidado, cada uno de ellos se habría<br />

ido por distinto camino en carruaje diverso.<br />

Aun estando acogidos al pabellón del práctico y siendo por esta protección<br />

industrial inviolables, tuvieron sus trabajos para atravesar ciertos<br />

puntos de la población; conque figúrate, lector, lo que habría sido de ellos

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