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hoy y mañana - DSpace CEU

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esta costumbre es ya muy general, que aquí tenemos el retrato de todas<br />

las personas que entran en casa.<br />

—Pero como yo no he venido nunca hasta ahora ni tengo el honor de<br />

ser amigo de la casa<br />

—No importa; si hubieseis pasado otra vez por aquí, ya estaríais retratado,<br />

como lo estáis ahora.<br />

—;Que lo estoy ahora! ¿Pues quién ha traído mi retrato?<br />

—Vos mismo—dijo la portera.<br />

Y abriendo una chapa de metal, que á guisa de alfiler tenía en el pecho,<br />

sacó un papelito en el que estaba perfectamente reproducida la imagen<br />

de Venancio, y añadió:<br />

—Mirad; aquí le tenéis. Y no es mala prueba ciertamente.<br />

—¡Pero no me explico!....—exclamó Venancio.<br />

—Pues no hay nada más fácil. En la primera cortesía que os hice os<br />

saqué clavado.<br />

—Tenéis una gran habilidad—dijo Venancio con cierto aire de distracción<br />

que revelaba el aturdimiento que le producía aquel suceso.<br />

—Mucha práctica—contestó esponjada de orgullo artístico la portera.<br />

—Todo consiste en saber lo que se ha de bajar ó se ha de subir el cuerpo,<br />

para que el objetivo del pecho recoja bien la imagen.<br />

—¿Y qué interés tiene la señora en hacer retratar á todas las personas<br />

que vienen á su casa? Yo comprendo que lo hiciera con sus amigos.<br />

—Al contrario, esos no sirven para nada; al paso que el retrato de un<br />

desconocido puede ser de una utilidad grandísima.<br />

— ¡No comprendo!....<br />

—Supongamos—dijo la portera,—y no os ofendáis de la suposición,<br />

que vos mismo sois un malvado, que os propasáis á hacer algún daño á<br />

la señora y que ella grita y salís corriendo. Si yo, que no puedo abandonar<br />

esta habitación, no logro deteneros en ella, y á la portera, que tampoco<br />

puede faltar de su puesto, le sucede lo mismo, se da parte á la policía, entregando<br />

una copia de vuestro retrato, del cual se tiran un millón de ejemplares<br />

para todas las porteras y demás agentes de policía, y estáis cogido<br />

al momento, so pena de hacer lo que un tuno que quiso robarnos días pasados,<br />

el cual hace una semana que anda errante, de globo en globo y de<br />

trapecio en trapecio por los tejados. Pero ya caerá en poder de la policía.<br />

— Y decidme—repuso Venancio, aguijoneado por el amor,—puesto que<br />

os debo tantas atenciones, ¿podríais darme algunas noticias de la hija de<br />

la señora? Porque yo quisiera antes de hablar á su madre<br />

—De la señorita no puedo deciros una sola palabra. Somos servidumbres<br />

separadas y ni siquiera nos conocemos la una y la otra.<br />

—¡Pues no vive en esta misma casa!

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