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hoy y mañana - DSpace CEU

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—Pues yo abrigo la esperanza de que llegue un día en que, teniendo los<br />

hombres verdadera conciencia de sus derechos, la buena fe presida á todas<br />

las acciones de la humanidad.<br />

—¿Y os parece que estamos en camino de esa felicidad?—preguntó<br />

Venancio sonriendo.<br />

—¡Quién lo duda! La civilización es la regeneradora de la humanidad,<br />

y ella purgará al hombre de todos sus vicios.<br />

—Mientras tanto me parece bien que exijáis el timbre en las letras,<br />

el escribano en los contratos y la llave en las puertas, y que guardéis el<br />

más riguroso secreto sobre vuestra fórmula para la fabricación del agua<br />

legítima de Colonia.<br />

—Eso por supuesto—exclamó el fabricante;—ya os dije que ese secreto<br />

era impenetrable.<br />

—Hasta que llegue el día, próximo según vuestra opinión, de que el<br />

hombre regenerado no necesite cerrojos para respetar la ajena propiedad<br />

metálica, ni secretos para no invadir el privilegio de la propiedad industrial;<br />

porque cuando eso suceda no tendréis inconveniente en publicar á<br />

gritos la fórmula de vuestra fabricación.<br />

—No tal; eso no lo haré nunca; porque una cosa es el dinero y otra<br />

un secreto industrial.<br />

—Cuando el hombre tenga conciencia de sus deberes, ambas cosas<br />

serán lo mismo.<br />

—Entonces hablaremos—dijo el fabricante.<br />

—Eso digo yo—repuso Venancio.<br />

Y entretenidos en esta conversación no habían reparado que estaban<br />

dentro de los grupos de gente que formaban la retaguardia de la manifestación<br />

popular. Siendo tanta la extrañeza que causó á Venancio ver<br />

grandes pelotones de soldados sin armas, mezclados entre el pueblo, y<br />

algunos de ellos hasta con bandera en las manos, que acercándose al oído<br />

del fabricante le dijo:<br />

—¿Queréis decirme cómo se explica que siendo uno de los objetos de<br />

esta manifestación popular la supresión del ejército hay tantos soldados<br />

entre los manifestantes?<br />

—De una manera muy sencilla. El ejército es una parte del pueblo<br />

armado, encargada de ejecutar ó de proteger las leyes; pero los soldados<br />

sin armas son una parte del pueblo deliberante como cada hijo de vecino.<br />

¿Queréis quitarle al soldado el derecho de petición que tenía cuando<br />

era paisano?<br />

—Pues señor—dijo Venancio exaltado,—tengo la desgracia de no entender<br />

una sola palabra de lo que estáis diciendo. ¿No os parece una<br />

contradicción que el ejército asista, no ya de mero espectador, sino hasta

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