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La Muerte de Lord Edgware

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—¿Qué más?<br />

—Me dijeron que les llevase a Regent Gate y que, una vez allí, ya me<br />

indicarían la casa. ¡Ah! También me dijeron que fuera <strong>de</strong>prisa. Todos los<br />

pasajeros recomiendan lo mismo, como si a uno pudiera convenirle ir <strong>de</strong>spacio.<br />

Cuanto más <strong>de</strong>prisa se va, más probabilida<strong>de</strong>s hay <strong>de</strong> hacer otro viaje, lo cual<br />

es un beneficio para el chófer. Pero no se les ocurre pensar en esto, y si por<br />

<strong>de</strong>sgracia suce<strong>de</strong> un acci<strong>de</strong>nte, entonces lo ponen a uno ver<strong>de</strong> por correr<br />

tanto.<br />

—Dejemos eso —dijo impaciente Japp—. Aquella noche no ocurrió ningún<br />

acci<strong>de</strong>nte, ¿verdad?<br />

—No —dijo el hombre, como temeroso <strong>de</strong> tener que abandonar sus quejas—.<br />

No ocurrió nada —y añadió—: Como iba diciendo, fui a Regent Gate en menos<br />

<strong>de</strong> siete minutos, y al llegar frente al número ocho, creo que fue ese el número,<br />

el caballero golpeó en los cristales, indicándome que me <strong>de</strong>tuviera. Lo hice así<br />

y bajaron <strong>de</strong>l coche el caballero y la señora. Él se quedó junto a la portezuela,<br />

diciéndome que esperase. <strong>La</strong> señora atravesó la calle y se dirigió hacia arriba<br />

por la otra acera. El caballero, que estaba junto a mí, pero <strong>de</strong> espaldas, la siguió<br />

con la vista. Unos minutos más tar<strong>de</strong> lanzó una exclamación, y al<br />

volverme, vi que se alejaba. Le observé por si acaso intentaba estafarme, cosa<br />

que ya me había ocurrido alguna vez, y le vi entrar en una casa <strong>de</strong> la acera <strong>de</strong><br />

enfrente.<br />

—¿Estaba la puerta abierta?<br />

—No; me fijé que sacaba una llave y que abría.<br />

—¿Qué número tenía aquella casa?<br />

—Creo que el diecisiete o diecinueve, no estoy seguro. Yo seguí esperando<br />

en el mismo sitio, y a los cinco o seis minutos salieron juntos <strong>de</strong> la casa el<br />

caballero y la señora subieron al coche y me or<strong>de</strong>naron que les llevase a la<br />

Covent Gar<strong>de</strong>n Opera House. Cuando llegamos, me pagaron el viaje y se<br />

apearon. Por cierto, que me dieron una estupenda propina. Nada, que, como<br />

les he dicho a uste<strong>de</strong>s, aquélla fue una noche <strong>de</strong>liciosa, por lo menos para mí.<br />

—Muy bien —dijo Japp—. Ahora, ¿quiere hacerme el favor <strong>de</strong> mirar estas<br />

fotografías y <strong>de</strong>cirme si entre ellas está la joven que llevó usted en el taxi?<br />

Y le mostró una docena <strong>de</strong> fotografías <strong>de</strong> mujeres jóvenes, más o menos<br />

iguales.

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