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La Muerte de Lord Edgware

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sonriente rostro <strong>de</strong>l aristócrata se había transfigurado. Con los labios cerrados<br />

y los ojos centelleantes, tenía una terrible expresión <strong>de</strong> furor, y ya no me<br />

extrañó que dos mujeres le hubiesen abandonado. Lo que sí me maravillaba<br />

era el gran dominio que tenía <strong>de</strong> sí mismo, hasta el punto <strong>de</strong> haber soportado<br />

aquella entrevista con tanta corrección.<br />

Cuando llegamos a la puerta principal, a la <strong>de</strong>recha <strong>de</strong>l vestíbulo abrióse una<br />

puerta. Una joven apareció en el umbral <strong>de</strong> una habitación; pero, al vernos,<br />

retrocedió.<br />

Era una muchacha alta, <strong>de</strong> cabellos negros y rostro pálido. Sus asustados<br />

ojos negros se clavaron un momento en los míos. Luego, como una sombra, se<br />

hundió otra vez en la habitación y cerró tras sí la puerta.<br />

Poco <strong>de</strong>spués estábamos en la calle. Poirot hizo <strong>de</strong>tener un taxi, subimos a él<br />

y or<strong>de</strong>nó al chófer que nos condujese al Savoy.<br />

—Bueno, Hastings —me dijo—, esta entrevista no ha resultado como<br />

esperábamos.<br />

—Es verdad. ¡Qué hombre más extraordinario es ese lord <strong>Edgware</strong>! Y le<br />

conté a renglón seguido lo que había visto al mirar por última vez hacia la<br />

biblioteca.<br />

Mi amigo movió la cabeza, lenta y pensativamente.<br />

—Me parece que está al bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> la locura, Hastings. Me hace el efecto <strong>de</strong><br />

que tiene vicios raros y <strong>de</strong> que bajo su fría apariencia oculta una gran crueldad.<br />

-No me asombra que le hayan abandonado sus dos mujeres.<br />

-Ni a mí tampoco.<br />

-Oye, Poirot, ¿has visto, al salir, a una muchacha muy pálida, <strong>de</strong> cabellos<br />

negros?<br />

—Sí, mon ami; una joven que parecía muy asustada. Su aspecto no era <strong>de</strong><br />

ser muy feliz.<br />

Su voz tenía un tono grave.<br />

—¿Y quién supones que será? —pregunté.<br />

—Probablemente, su hija. <strong>Lord</strong> <strong>Edgware</strong> tiene una hija.<br />

—Parecía aterrorizada —dije lentamente—. Esa casa es un lugar muy<br />

tenebroso para una muchacha.<br />

—Verda<strong>de</strong>ramente. ¡Ah!, ya hemos llegado, mon ami Ahora, a poner en<br />

conocimiento <strong>de</strong> lady <strong>Edgware</strong> la feliz noticia.

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