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La Muerte de Lord Edgware

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asombro mío, se dirigió a esta casa y, subiendo la escalinata, entró en ella.<br />

Tuve la impresión <strong>de</strong> que había entrado aquí, en el número diecisiete; pero<br />

como la distancia era bastante gran<strong>de</strong>, creí que habría sido una confusión mía<br />

y que el hombre en cuestión <strong>de</strong>bió <strong>de</strong> haber entrado en otra casa. Me extrañó<br />

mucho por dos razones; una, porque aquel sujeto había abierto la puerta con<br />

llave, y la otra, porque me pareció reconocer en él a un célebre artista <strong>de</strong> cine.<br />

Estaba tan sorprendido, que quise salir <strong>de</strong> dudas, al recordar, <strong>de</strong> pronto, que<br />

llevaba la llave <strong>de</strong> la casa, llave que había perdido hacía unos tres años y que<br />

encontré <strong>de</strong>spués, cuando menos lo esperaba. Aquella mañana la cogí para<br />

entregársela a mi tío; pero con la discusión se me olvidó, y al cambiar <strong>de</strong> ropa<br />

para ir al teatro la metí, distraídamente, con otros objetos en un bolsillo.<br />

Después <strong>de</strong> <strong>de</strong>cirle al chófer que aguardase, me dirigí hacia aquí rápidamente<br />

y abrí la puerta. El vestíbulo estaba completamente <strong>de</strong>sierto. No se advertía la<br />

presencia <strong>de</strong> nadie. Durante unos instantes miré a mi alre<strong>de</strong>dor. Luego me<br />

dirigí a la puerta <strong>de</strong> la biblioteca Tal vez el hombre que había visto entrar<br />

estaría hablando con mi tío. De ser así, oiría el murmullo <strong>de</strong> sus voces.<br />

Escuché atentamente, pero no oí absolutamente nada. De repente, comprendí<br />

que había cometido una verda<strong>de</strong>ra locura. Sin duda, aquel individuo había<br />

entrado en otra casa, seguramente la <strong>de</strong> al lado. Hay que advertir que Regent<br />

Gate está muy mal alumbrado durante la noche. <strong>La</strong> verdad era que había<br />

obrado como un verda<strong>de</strong>ro inconsciente. ¿Por qué había tenido que seguir a<br />

semejante personaje? Si por casualidad llega a salir mi tío <strong>de</strong> la biblioteca y me<br />

encuentra allí, hubiese puesto a Geraldine en un verda<strong>de</strong>ro compromiso,<br />

<strong>de</strong>struyendo, a<strong>de</strong>más, mi única tabla <strong>de</strong> salvación. Decidí, pues, marcharme<br />

inmediatamente —hizo una corta pausa. Luego prosiguió—: Me dirigí lo más<br />

sigilosamente posible hacia la puerta, en el mismo momento en que Geraldine<br />

bajaba la escalera con las perlas en la mano. Al verme, como era natural, se<br />

asustó mucho. Salimos juntos, y una vez en la calle, le conté lo ocurrido.<br />

Volvimos a la Ópera. Llegamos en el preciso momento que levantaban el telón.<br />

Nadie sospechó que hubiésemos ido tan lejos. Era una noche muy calurosa y<br />

muchos espectadores habían salido a la calle a respirar un poco el aire fresco<br />

—Ronald se <strong>de</strong>tuvo <strong>de</strong> nuevo—. Me van uste<strong>de</strong>s a <strong>de</strong>cir que por qué no les<br />

conté esto antes. Y yo les respondo: ¿Es que uste<strong>de</strong>s <strong>de</strong>clararían teniendo,<br />

como tenía yo, motivos para cometer un crimen, que habían estado en la casa

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