Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
amiga <strong>de</strong> algún médico. <strong>La</strong> joven hizo un gesto negativo.<br />
—Que yo recuer<strong>de</strong>, nunca habló <strong>de</strong> ninguno.<br />
—Otra pregunta: ¿usaba gafas miss Adams?<br />
—¿Gafas? No, no.<br />
—¡Ah! —Poirot frunció el ceño.<br />
Una extraña visión pasó entonces por mi cerebro. Vi un médico muy corto <strong>de</strong><br />
vista y unas gafas muy fuertes, oliendo a ácido fénico, algo absurdo.<br />
—Otra cosa aún. ¿Conocía miss Adams a Bryan Martin, el actor <strong>de</strong> cine?<br />
—¡Ya lo creo! Le conocía <strong>de</strong>s<strong>de</strong> pequeña, según me dijo. De pronto miró el<br />
reloj y lanzó una exclamación:<br />
—¡Caramba! Me voy volando. ¿Le he servido <strong>de</strong> algo, monsieur Poirot?<br />
—¡Ya lo creo! Quizá algún día solicite <strong>de</strong> nuevo su ayuda.<br />
—Estoy a su disposición.<br />
Nos estrechó las manos, al mismo tiempo que iluminaba su rostro una<br />
hermosa sonrisa, y se marchó.<br />
—Una muchacha interesante —dijo Poirot mientras pagaba las<br />
consumiciones—. Tiene verda<strong>de</strong>ra personalidad.<br />
—A mí también me ha gustado.<br />
—Siempre es grato encontrar una persona con cerebro.<br />
—Un poco dura <strong>de</strong> corazón. <strong>La</strong> muerte <strong>de</strong> su amiga no parece haberle<br />
impresionado mucho.<br />
—Sí; parece que no es muy impresionable.<br />
—¿Has sacado <strong>de</strong> esta entrevista lo que esperabas?<br />
Negó con la cabeza. Después dijo:<br />
—No, esperaba mucho más; esperaba <strong>de</strong>scubrir a D., la persona que le<br />
regaló a Charlotte la cajita <strong>de</strong> oro, y me ha fallado. Por <strong>de</strong>sgracia, Charlotte<br />
Adams era una muchacha reservada, no <strong>de</strong> las que cuentan a las amigas sus<br />
asuntos amorosos. Por otra parte, el organizador <strong>de</strong> la farsa pudo no ser amigo<br />
suyo, sino simplemente un conocido que le propusiera la suplantación por mero<br />
pasatiempo. Siempre, claro está, a base <strong>de</strong> dinero, y pudo muy bien ser la<br />
cajita <strong>de</strong> oro la que llevaba su contenido.<br />
—Pero ¿cómo diablos se lo hizo tomar? ¿Y cuándo?<br />
—Quizá mientras estuvo abierta la puerta <strong>de</strong>l piso..., al ir la criada a Correos<br />
a echar la carta. Pero no, esto no me convence, <strong>de</strong>ja <strong>de</strong>masiado margen a la