Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
—Pero ¿cómo pue<strong>de</strong> ser? Es incomprensible.<br />
—Sí, sí, es incomprensible. Aquí está ese algo raro que digo yo. Lee y lo<br />
verás. ¿Lo ves? —dijo Poirot—. <strong>La</strong> hoja termina cuando ella está hablando <strong>de</strong>l<br />
capitán Marsh y expresa la pena que por él siente. Luego sigue: «y le gusta<br />
mucho mi trabajo». Ahora viene la otra hoja, que empieza: «me dijo». No cabe<br />
la menor duda <strong>de</strong> que una <strong>de</strong> las hojas se ha perdido. El «me dijo» <strong>de</strong> la nueva<br />
hoja no pue<strong>de</strong> referirse al capitán Marsh. Ha <strong>de</strong> aludir, por fuerza, al otro<br />
hombre, el organizador <strong>de</strong> la farsa. Fíjate que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> esto ya no se<br />
menciona ningún nombre. Ah, c'est épatant! De una manera o <strong>de</strong> otra, el<br />
asesino se <strong>de</strong>bió apo<strong>de</strong>rar <strong>de</strong> la carta, acaso con intención <strong>de</strong> <strong>de</strong>struirla; pero<br />
<strong>de</strong> repente, al leerla, vio la manera <strong>de</strong> aprovecharse <strong>de</strong> ella. Entonces suprimió<br />
una <strong>de</strong> las hojas y la carta se convirtió en una acusación contra un hombre que<br />
tiene sobrados motivos para <strong>de</strong>sear la muerte <strong>de</strong> lord <strong>Edgware</strong>. ¡Ah!, aquella<br />
carta era un verda<strong>de</strong>ro regalo para él. Por tanto, corta la hoja en que se le<br />
nombra y <strong>de</strong>vuelve la carta.<br />
Le contemplé con gran admiración. No estaba completamente convencido <strong>de</strong><br />
su teoría. Me parecía más natural que Charlotte hubiese usado una hoja<br />
cualquiera, que por casualidad estaba rasgada.<br />
Pero Poirot parecía tan transfigurado por la alegría, que no tuve valor para<br />
sugerirle aquella vulgar posibilidad. Después <strong>de</strong> todo, podía tener razón.<br />
Me aventuré, sin embargo, a exponerle una o dos objeciones a su teoría:<br />
—Pero ¿cómo pudo ese hombre, sea quien sea, apo<strong>de</strong>rarse <strong>de</strong> la carta?<br />
Miss Adams la sacó <strong>de</strong> su mone<strong>de</strong>ro y se la dio ella misma a su criada para<br />
que la echase al correo. <strong>La</strong> misma mujer nos lo dijo.<br />
—Pues tenemos que creer una <strong>de</strong> esas dos cosas: o que la criada ha<br />
mentido o que durante aquella noche Charlotte se encontró con el asesino.<br />
Moví la cabeza.<br />
—Para mí —continuó Poirot—, lo último es lo más probable. Todavía no<br />
sabemos dón<strong>de</strong> estuvo Charlotte Adams durante el tiempo que pasó <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que<br />
salió <strong>de</strong> su casa hasta las nueve, hora en que fue a <strong>de</strong>positar la caja a la<br />
estación <strong>de</strong> Euston. Creo que durante ese tiempo se encontró con el asesino<br />
en algún lugar convenido, don<strong>de</strong> probablemente cenaron juntos. Él le <strong>de</strong>bió <strong>de</strong><br />
dar las últimas instrucciones.<br />
En cuanto a lo que sucedió con la carta, eso no lo sabemos; sólo se pue<strong>de</strong>n