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cabellos.<br />
—Les pido mil perdones por haber interrumpido su juego —dijo Poirot.<br />
—De ninguna manera. No habíamos hecho más que preparar las cartas.<br />
—Tomará usted un poco <strong>de</strong> café, ¿verdad, monsieur Poirot?<br />
Poirot se excusó, pero aceptó un coñac añejo, que nos fue servido en unas<br />
altísimas copas.<br />
Cuando las hubimos vaciado, sir Montagu Córner empezó a hablar <strong>de</strong><br />
distintas cosas, <strong>de</strong> pintura japonesa, <strong>de</strong> lacas chinas, <strong>de</strong> tapices persas, <strong>de</strong> los<br />
pintores impresionistas franceses, <strong>de</strong> música mo<strong>de</strong>rna y <strong>de</strong> las teorías <strong>de</strong><br />
Einstein.<br />
Cuándo terminó su peroración, se recostó en la butaca y paseó sobre el<br />
auditorio su bonachona mirada. Se le veía encantado <strong>de</strong> su gran talento. En la<br />
tenue luz parecía como una especie <strong>de</strong> genio medieval. A su alre<strong>de</strong>dor veíanse<br />
por todas partes exquisitos <strong>de</strong>talles <strong>de</strong> arte y cultura.<br />
—Ahora, sir Montagu —dijo Poirot—, si no fuera abusar <strong>de</strong> su bondad,<br />
quisiera que habláramos <strong>de</strong>l asunto que ha motivado mi visita.<br />
Sir Montagu movió la mano, diciendo:<br />
—Pero eso no corre prisa. A<strong>de</strong>más, hay tiempo <strong>de</strong> sobra para ello.<br />
—Siempre hay tiempo para todo en esta casa —suspiró mistress Widburn—.<br />
¡Se encuentra uno tan bien en ella!<br />
—Yo —dijo sir Montagu— no viviría en Londres ni por un millón <strong>de</strong> libras.<br />
Tengo en esta casa una sensación <strong>de</strong> agradable apartamiento, <strong>de</strong> paz. ¡Ay!, <strong>de</strong><br />
esa paz que hemos alejado <strong>de</strong> nosotros en estos tristes días <strong>de</strong> grosero<br />
materialismo.<br />
Un impío pensamiento cruzó por mi mente. Me hizo el efecto <strong>de</strong> que si<br />
alguien se llegaba a sir Montagu y le ofrecía un millón <strong>de</strong> libras, aquel bendito<br />
apartamiento y aquella <strong>de</strong>liciosa paz se irían al diablo. Pero en seguida alejé <strong>de</strong><br />
mí aquellas heréticas i<strong>de</strong>as.<br />
—Después <strong>de</strong> todo, ¿qué es el dinero? —murmuró mistress Widburn.<br />
—¡Ah! —murmuró pensativamente su marido, haciendo sonar distraídamente<br />
algunas monedas en su bolsillo.<br />
—¡Archie! —dijo ceñudamente la señora.<br />
—Perdonen uste<strong>de</strong>s —dijo el increpado Archie, y guardó silencio.<br />
—Realmente —dijo Poirot—, hablar <strong>de</strong> un crimen en esta atmósfera <strong>de</strong> arte