27.10.2012 Views

La Muerte de Lord Edgware

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

mismos el día que nos conviniera. Ante esto, la capitulación era inevitable, y lo<br />

mejor era terminar lo antes posible.<br />

Poirot se había mostrado muy reservado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que recibió las noticias <strong>de</strong><br />

París.<br />

A mis observaciones sobre el particular, siempre contestaba lo mismo:<br />

—Hay algo aquí que no puedo compren<strong>de</strong>r —y murmuraba para sí varias<br />

veces: «Gafas, gafas en París. Gafas en el bolso <strong>de</strong> Charlotte Adams.»<br />

Por lo único que me alegró la comida fue porque por lo menos nos serviría <strong>de</strong><br />

distracción.<br />

Entre los invitados estaba el joven Donald Ross, quien me saludó<br />

cordialmente. Había más hombres que mujeres, y a él le correspondió estar a<br />

mi lado.<br />

Jane Wilkinson estaba al otro lado <strong>de</strong> la mesa, y casi enfrente a nosotros, a<br />

su lado, se sentaba el joven duque <strong>de</strong> Merton.<br />

Tal vez me equivoque, pero me pareció que éste no se encontraba muy a<br />

gusto. Sin duda, la compañía <strong>de</strong> los que le ro<strong>de</strong>aban le <strong>de</strong>bía<br />

parecer impropia <strong>de</strong> él. Era un joven <strong>de</strong> i<strong>de</strong>as conservadoras y reaccionarias.<br />

Daba la sensación <strong>de</strong> que por algún lamentable error había nacido en este<br />

siglo, en lugar <strong>de</strong> haberlo hecho en la Edad Media. Su pasión por Jane<br />

Wilkinson era uno <strong>de</strong> esos anacronismos con los que a veces parece distraerse<br />

la Naturaleza.<br />

Viendo la belleza <strong>de</strong> Jane y apreciando el encanto que su cálida voz prestaba<br />

a las más vulgares expresiones, comprendí la capitulación <strong>de</strong> él. Es indudable<br />

que una belleza perfecta y una voz arrebatadora pue<strong>de</strong>n llegar a vencer al más<br />

indiferente. Pero tal vez entonces ya el sentido común <strong>de</strong>l duque empezaba a<br />

disipar los intoxicantes vapores <strong>de</strong>l amor.<br />

En aquellos momentos alguien, no recuerdo quién, dijo algo acerca <strong>de</strong>l Juicio<br />

<strong>de</strong> París. En seguida se oyó la encantadora voz <strong>de</strong> Jane:<br />

—¿París? —dijo—. Pero ¡si París ya no representa nada en nuestros días!<br />

Son Londres y Nueva York los que imperan.<br />

Pronunció estas palabras en una ocasión en que casualmente nadie hablaba.<br />

Fue un momento embarazoso. A mi <strong>de</strong>recha oí que Donald Ross lanzaba una<br />

exclamación, y mistress Widburn empezó a hablar precipitadamente <strong>de</strong> ópera<br />

rusa. Los invitados empezaron a hablar entre sí. Sólo Jane siguió mirando

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!