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La Muerte de Lord Edgware

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—No.<br />

—¿Cuánto tiempo estuvo usted ausente <strong>de</strong> la mesa?<br />

—Minuto y medio, aproximadamente.<br />

Japp se <strong>de</strong>splomó sobre la butaca. Estoy convencido <strong>de</strong> que no creía ni una<br />

palabra <strong>de</strong> cuanto había dicho la actriz; pero <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> oír su <strong>de</strong>claración no<br />

podía hacer nada sin comprobar su veracidad.<br />

Se apresuró a darle las gracias y se <strong>de</strong>spidió.<br />

Nosotros también nos <strong>de</strong>spedimos, pero lady <strong>Edgware</strong> llamó a Poirot.<br />

—Óigame, ¿querría usted hacerme un favor?<br />

—Estoy a sus ór<strong>de</strong>nes, señora.<br />

—¿Quiere enviar un cablegrama en mi nombre al duque, en París? Está en el<br />

hotel Crillon. Es necesario que se entere <strong>de</strong> todo esto y es mejor que no lo<br />

envíe yo misma, porque durante unos días <strong>de</strong>bo comportarme como una viuda<br />

<strong>de</strong>sconsolada.<br />

—No veo la necesidad <strong>de</strong> enviar ningún cable, señora —dijo Poirot<br />

amablemente—. Ya leerá el suceso en los periódicos.<br />

—¡Oh, qué cabeza! Sí, sí, es mucho mejor no cablegrafiar. Debo<br />

preocuparme <strong>de</strong> mi reputación, ahora que todo va bien, y portarme como una<br />

viuda lo más dignamente posible. No sé si enviar para el entierro un ramo <strong>de</strong><br />

orquí<strong>de</strong>as; son las flores más caras. También supongo que tendré que asistir al<br />

funeral.<br />

—Antes, señora, tendrá usted que ir al Juzgado.<br />

—No me es nada simpático ese inspector <strong>de</strong> Scotland Yard; me ha dado un<br />

susto <strong>de</strong> muerte.<br />

—¡Ah! ¿Sí?<br />

—Fue para mí una verda<strong>de</strong>ra suerte cambiar <strong>de</strong> parecer y asistir, por fin, a la<br />

fiesta.<br />

Poirot, que estaba ya cerca <strong>de</strong> la puerta, se <strong>de</strong>tuvo al oír aquellas palabras.<br />

—¿Qué dice usted? ¿Que cambió <strong>de</strong> parecer?<br />

—Sí; anoche tenía una jaqueca horrible.<br />

Parecía como si Poirot tratase, inútilmente, <strong>de</strong> tragarse algo.<br />

—¿Le dijo usted eso a alguien?<br />

—Sí. Estábamos reunidos unos cuantos amigos a la hora <strong>de</strong>l té y me pidieron<br />

que fuese con ellos a tomar un combinado. Yo les dije: «No puedo. Mi cabeza

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