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mando! ¿Oyes? ¡Basta ya!<br />
<strong>La</strong>s imperiosas palabras hicieron su efecto. <strong>La</strong> risita <strong>de</strong> Geraldine fue<br />
disminuyendo. Luego secóse los ojos y se levantó.<br />
—Lo siento —dijo en voz baja—, nunca me había ocurrido esto. Miss Carroll<br />
la miraba ansiosamente.<br />
—Ahora me encuentro muy bien, miss Carroll. Ha sido estúpido, lo<br />
comprendo.<br />
Y sonrió, pero fue una sonrisa amarga la que curvó sus labios, quedando muy<br />
erguida en la silla, sin mirar a nadie.<br />
—Monsieur Poirot —siguió <strong>de</strong>spués con una voz clara y fría— me ha<br />
preguntado si fui siempre muy amante <strong>de</strong> mi padre.<br />
Miss Carroll, para llamar la atención sin duda, carraspeó. No sabía qué hacer.<br />
Geraldine continuó en voz alta e insolente:<br />
—No sé qué será mejor, si mentir o <strong>de</strong>cir la verdad, pero creo que es<br />
preferible en este caso la verdad —y afirmó con <strong>de</strong>cisión—: No; yo no adoraba<br />
a mi padre; le odiaba.<br />
—¡Geraldine, por Dios!<br />
—¿Qué quiere? Usted no le odiaba porque no tenía ningún <strong>de</strong>recho sobre<br />
usted, era <strong>de</strong> las pocas personas a las que nada podía hacer. Era simplemente<br />
la empleada a quien pagaba un tanto al año. Sus cóleras y sus extravagancias<br />
no iban con usted, no tenía que sufrirlas. Sé lo que me dirá, que <strong>de</strong>bía haberme<br />
impuesto. Pero usted piensa así porque es una mujer fuerte; a<strong>de</strong>más, podía<br />
salir <strong>de</strong> esta casa cuando quisiera. Yo, no; yo le pertenecía.<br />
—Realmente, Geraldine, no creo que sea necesario explicar todo eso ahora.<br />
Entre padres e hijos suele haber <strong>de</strong>savenencias, pero la muerte <strong>de</strong>be hacernos<br />
perdonar.<br />
Geraldine le volvió la espalda y se dirigió a Poirot:<br />
——Monsieur Poirot, yo odiaba a mi padre, y me alegro <strong>de</strong> que haya muerto<br />
porque su muerte significa para mí la libertad... No tengo la menor prisa por<br />
encontrar a su asesino. Por lo que sabemos, la persona que lo mató <strong>de</strong>bía <strong>de</strong><br />
tener po<strong>de</strong>rosas razones que justifiquen su terrible acción.<br />
Poirot la miró pensativo.<br />
—<strong>La</strong> posición que adopta usted es muy peligrosa.<br />
—Que ahorquen a alguien, ¿<strong>de</strong>volverá la vida a mi padre?