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daño, pero se enzarzarían en una discusión y entonces, exaltada, cogería un<br />
cortaplumas y se lo clavaría.<br />
—¡Ah! ¿Fue un cortaplumas?<br />
—O algo así, según ha dicho el doctor. En fin, sea lo que fuere, se lo ha<br />
llevado, pues el arma con que se cometió el crimen ha <strong>de</strong>saparecido.<br />
Poirot movió la cabeza; no estaba convencido.<br />
—No, Japp, no fue así. Conozco a lady <strong>Edgware</strong> y es incapaz <strong>de</strong> per<strong>de</strong>r la<br />
cabeza <strong>de</strong> ese modo. A<strong>de</strong>más, no es probable que llevase ningún cortaplumas.<br />
Son pocas las mujeres que usan tales objetos, y seguramente Jane Wilkinson<br />
no es una <strong>de</strong> ellas.<br />
—¿Y dice usted que la conoce?<br />
—Sí; la conozco.<br />
No dijo nada más. Japp le miraba inquisitivamente.<br />
—Bueno —dijo al fin Poirot—. Al grano: ¿qué le ha traído por aquí? Porque<br />
supongo que no habrá sido sólo el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> pasar un rato con un viejo amigo.<br />
Tiene usted todos los hilos <strong>de</strong>l crimen, sabe quién es el culpable y<br />
seguramente conoce el motivo <strong>de</strong>l asesinato. Por cierto, que no me lo ha dicho<br />
todavía. ¿Cuál fue la causa que impulsó a Jane Wilkinson a cometer el crimen?<br />
—Quería casarse con otro. Esto lo dijo ella misma hace una semana.<br />
También se le oyó proferir amenazas contra su marido, asegurando que<br />
cualquier día cogería un taxi e iría a casa <strong>de</strong> lord <strong>Edgware</strong> para pegarle cinco<br />
tiros.<br />
—¡Ah! —dijo Poirot—. Parece que está usted muy bien informado. Sin duda,<br />
alguien ha sido muy locuaz con usted.<br />
Me pareció que sus ojos formulaban una pregunta; pero, si fue así, Japp no<br />
se dio por aludido.<br />
—Debemos oírlo todo, monsieur Poirot —dijo, impaciente.<br />
Poirot asintió y salió en busca <strong>de</strong>l diario. Este había sido hojeado por Japp<br />
durante la espera. De un modo mecánico, Poirot lo or<strong>de</strong>nó y empezó a pasar la<br />
vista por él. Aunque sus ojos parecían fijos en el periódico, su cerebro estaba<br />
ausente, tratando <strong>de</strong> componer algún extraño rompecabezas.<br />
—Todavía no me ha contestado usted —dijo al poco rato—. ¿Cuál es el<br />
motivo <strong>de</strong> su visita?<br />
—El haberme enterado <strong>de</strong> que usted estuvo ayer por la mañana en Regent