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La Muerte de Lord Edgware

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mucho mejor que yo. Ya sé lo que van a <strong>de</strong>cir, que el crimen fue un impulso<br />

repentino; que mientras esperaba junto al coche cruzó, <strong>de</strong> pronto, esa i<strong>de</strong>a por<br />

mi cabeza e, impulsado por ella, entré en la casa, etcétera, etcétera. Bien; yo<br />

les voy a contar toda la verdad. Como les dije, me encontraba sin un céntimo,<br />

necesitaba dinero urgentemente. Era un caso <strong>de</strong>sesperado. Si al día siguiente<br />

no pagaba cierta cantidad, tendría que huir <strong>de</strong> Londres. Entonces pensé en<br />

recurrir a mi tío. Estaba convencido <strong>de</strong> que no me quería, pero creí que por<br />

salvar el honor <strong>de</strong> su nombre me sacaría <strong>de</strong>l apuro. Antiguamente, según he<br />

leído, los hombres solían hacerlo, pero mi tío resultó ser <strong>de</strong> la más mo<strong>de</strong>rna<br />

indiferencia respecto a ese concepto caballeresco <strong>de</strong>l honor. Entonces pensé<br />

recurrir a Dortheimer, solicitando <strong>de</strong> él un préstamo. Pero rechacé la i<strong>de</strong>a,<br />

porque sabía <strong>de</strong> antemano lo que iba a pedirme a cambio, y realmente<br />

casarme con su hija era para mí una cosa imposible. Cuando todo parecía perdido,<br />

me encontré con mi prima en la Opera. Nos habíamos tratado muy poco;<br />

pero mientras estuve en casa <strong>de</strong> su padre, siempre se mostró muy buena<br />

conmigo. Le conté lo que me pasaba, aunque ella ya<br />

conocía algo por habérselo oído <strong>de</strong>cir a mi tío. Entonces tuvo un gesto que<br />

<strong>de</strong>mostró su generoso carácter; pues para salvarme me ofreció las perlas que<br />

había heredado <strong>de</strong> su madre—Ronald se <strong>de</strong>tuvo; su voz <strong>de</strong>notaba la emoción<br />

que sentía. Si todo aquello era fingido, sería necesario reconocer que era un<br />

actorazo—. Acepté la oferta <strong>de</strong> la bendita muchacha. Con el collar podría<br />

obtener el dinero que necesitaba. Le juré que se lo <strong>de</strong>volvería, aunque tuviese<br />

que trabajar día y noche. Como las perlas estaban en su casa, en Regent Gate,<br />

pensamos que lo mejor era ir a buscarlas en seguida; por eso salimos <strong>de</strong>l<br />

teatro en el entreacto y cogimos un taxi. Nos <strong>de</strong>tuvimos una casa más allá <strong>de</strong> la<br />

<strong>de</strong> mi tío para evitar que alguien oyese el ruido <strong>de</strong>l coche al <strong>de</strong>tenerse.<br />

Geraldine se apeó, y atravesando la calle, se dirigió hacia su casa; como tenía<br />

llave, subiría sin hacer ruido a sus habitaciones y me traería las perlas. No era<br />

probable que encontrase a nadie; en todo caso a alguna <strong>de</strong> las criadas, pues<br />

miss Carroll, la secretaria <strong>de</strong> mi tío, acostumbra acostarse a las nueve y media,<br />

y mi tío lo más probable era que estuviese en la biblioteca. Mientras aguardaba<br />

el regreso <strong>de</strong> Dina, encendí un cigarrillo y me quedé mirando hacia la casa<br />

para verla venir. Y ahora, señores, llego a la parte <strong>de</strong> mi relato que les parecerá<br />

increíble. Mientras esperaba, pasó por mi lado un hombre que, con gran

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