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por encima <strong>de</strong> su hombro. El cable <strong>de</strong>cía lo siguiente:<br />
«A continuación, el texto <strong>de</strong> la carta a Lucy Adams, fechada en junio 29-8.<br />
Rose<strong>de</strong>w Mansions, Londres, S. W. 3.» «Mi querida hermanita: Perdona la<br />
carta tan breve que te escribí la semana pasada, pero estaba ocupadísima,<br />
pues tenía un sinfín <strong>de</strong> cosas que arreglar. ¡Oh, hermanita mía! Ha sido un<br />
verda<strong>de</strong>ro éxito mi número. <strong>La</strong> crítica me pone por las nubes, los ingresos en<br />
taquilla han sido excelentes y todo el mundo se porta muy amablemente<br />
conmigo. He hecho algunas amista<strong>de</strong>s, y para el próximo año pienso tomar un<br />
teatro durante dos meses por mi cuenta. El cuadro <strong>de</strong> la bailarina rusa y el <strong>de</strong><br />
la americana en París fueron muy bien acogidos; pero el que más entusiasma<br />
es el <strong>de</strong> Escenas en un hotel extranjero. Estoy tan excitada, que casi no sé ni lo<br />
que escribo. Dentro <strong>de</strong> un momento te contaré la causa <strong>de</strong> mi excitación. Antes<br />
quiero explicarte que míster Hergsheimer, amabilísimo como siempre, me ha<br />
invitado a comer para presentarme a sir Montagu Córner; este último pue<strong>de</strong><br />
hacer mucho por mí.<br />
<strong>La</strong> otra noche me presentaron a Jane Wilkinson, quien se mostró encantada<br />
<strong>de</strong> la imitación que <strong>de</strong> ella hago, y me dijo varias veces cosas que ya te<br />
contaré. Es una mujer poco simpática y me han explicado varias cosas <strong>de</strong> ella<br />
que <strong>de</strong>muestran su falta <strong>de</strong> sensibilidad. ¡Ah!, se me olvidaba: Jane Wilkinson<br />
es lady <strong>Edgware</strong>, <strong>de</strong> cuyo matrimonio se cuentan cosas terribles. <strong>Lord</strong> <strong>Edgware</strong><br />
trató a su sobrino, el capitán Marsh, <strong>de</strong> quien ya te he hablado, <strong>de</strong> la manera<br />
más ignominiosa, pues le echó <strong>de</strong> casa, y a<strong>de</strong>más, le retiró la pensión que le<br />
pasaba. Cuando él me lo contó, me dio muchísima pena. Y le gusta mucho mi<br />
trabajo. Me dijo: «Creo que hasta lord <strong>Edgware</strong> se confundiría. ¿Quiere usted<br />
ganarse algo?» Me reí y dije: «¿Cuánto?» Lucy querida, la contestación me<br />
<strong>de</strong>jó sin aliento: «Diez mil dólares.» ¡Diez mil dólares! Pásmate..., sólo por<br />
ayudar a alguien a ganar una estúpida apuesta. «¡Vamos! —dije—. Por ese<br />
dinero soy capaz <strong>de</strong> burlarme <strong>de</strong>l rey <strong>de</strong> Buckingham Palace, corriendo el<br />
riesgo <strong>de</strong> ser con<strong>de</strong>nada por el <strong>de</strong>lito <strong>de</strong> lesa majestad.» Entonces nos<br />
pusimos <strong>de</strong> acuerdo en los <strong>de</strong>talles.<br />
«Pero termino. Ya te contaré la semana próxima si he salido bien o no.<br />
Aunque, <strong>de</strong> todas maneras, querida Lucy, tanto si salgo bien como si salgo<br />
mal, tendré los diez mil dólares. ¡Oh, hermanita mía, cuánta importancia tiene<br />
para nosotros ese dinero! Sólo me queda tiempo para preparar mi disfraz.