You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
La <strong>casa</strong> de los espíritus<br />
197<br />
Isabel Allende<br />
de haberla soñado. El primer recuerdo preciso que tenía de él era posterior. Sabía la<br />
fecha exacta porque fue el día que cumplió catorce años y su madre lo anotó en el<br />
álbum negro que inició su abuela cuando ella nació. Para la ocasión se había<br />
encrespado el pelo y estaba en la terraza, con el abrigo puesto, esperando que llegara<br />
su tío Jaime para llevarla a comprar su regalo. Hacía mucho frío, pero a ella le gustaba<br />
el jardín en invierno. Se sopló las manos y se subió el cuello del abrigo para protegerse<br />
las orejas. Desde allí podía ver la ventana de la biblioteca, donde su abuelo hablaba<br />
con un hombre. El vidrio estaba empañado, pero pudo reconocer el uniforme de los<br />
carabineros y se preguntó qué podía estar haciendo si¡ abuelo con uno de ellos en su<br />
despacho. El hombre daba la espalda a la ventana y estaba sentado rígidamente en la<br />
punta de una silla, con la espalda tiesa y un aire patético de soldadito de plomo. Alba<br />
estuvo mirándolos un rato, hasta que calculó que su tío estaba por llegar, entonces<br />
caminó por el jardín hasta una glorieta semidestruida, golpeándose las manos para<br />
entrar y se sentó a esperar. Poco después, la encontró allí mismo Esteban García,<br />
cuando salió de la <strong>casa</strong> y tuvo que cruzar el jardín para dirigirse a la reja. Al verla se<br />
detuvo bruscamente. Miró hacia todos lados, vaciló y luego se acercó.<br />
-¿Te acuerdas de mí? -preguntó García.<br />
-No... -dudó ella.<br />
-Soy Esteban García. Nos conocimos en Las Tres Marías.<br />
Alba sonrió mecánicamente. Le traía un mal recuerdo a la memoria. Había algo en<br />
sus ojos que le producía inquietud, pero no pudo precisarlo. García barrió con la mano<br />
las hojas y se sentó a su lado en la glorieta, tan cerca, que sus piernas se tocaban.<br />
-Este jardín parece una selva -dijo, respirándole muy cerca. Se quitó la gorra del<br />
uniforme y ella vio que tenía el pelo muy corto y tieso, peinado con gomina. De pronto,<br />
la mano de García se posó sobre su hombro. La familiaridad del gesto desconcertó a la<br />
muchacha, que por un momento se quedó paralizada, pero en seguida se echó hacia<br />
atrás, tratando de zafarse. La mano del carabinero le apretó el hombro, enterrándole<br />
los dedos a través de la gruesa tela de su abrigo. Alba sintió que el corazón le latía<br />
como una máquina y el rubor le cubrió las mejillas.<br />
-Has crecido, .Alba, pareces casi una mujer -susurró el hombre en su oreja.<br />
-Tengo catorce años, hoy los cumplo -balbuceó ella.<br />
-Entonces tengo un regalo para ti -dijo Esteban García sonriendo con la boca<br />
torcida.<br />
Alba trató de quitar la cara, pero él la sujetó firmemente con las dos manos,<br />
obligándola a enfrentarlo. Fue su primer beso. Sintió una sensación caliente, brutal, la<br />
piel áspera y mal afeitada le raspó la cara, sintió su olor a tabaco rancio y cebolla, su<br />
violencia. La lengua de García trató de abrirle los labios mientras con una mano le<br />
apretaba las mejillas hasta obligarla a despegar las mandíbulas. Ella visualizó esa<br />
lengua como un molusco baboso y tibio, la invadió la náusea y le subió una arcada del<br />
estómago, pero mantuvo los ojos abiertos. Vio la dura tela del uniforme y sintió las<br />
manos feroces que le rodearon el cuello y, sin dejar de besarla, sus dedos comenzaron<br />
a apretar. Alba creyó que se ahogaba y lo empujó con tal violencia que consiguió<br />
apartarlo. García se separó del banco y sonrió con burla. Tenía manchas rojas en las<br />
mejillas y respiraba agitadamente.<br />
-¿Te gustó mi regalo? -se rió.<br />
Alba lo vio alejarse a grandes trancos por el jardín y se sentó a llorar. Se sentía<br />
sucia y humillada. Después corrió a la <strong>casa</strong> a lavarse la boca con jabón y cepillarse los<br />
dientes como si eso pudiera quitar la mancha de su memoria. Cuando llegó su tío