02.10.2012 Views

allende-i-casa-espiritus

allende-i-casa-espiritus

allende-i-casa-espiritus

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

La <strong>casa</strong> de los espíritus<br />

201<br />

Isabel Allende<br />

-Eso no ha ocurrido nunca, tío, no seas ingenuo -replicaba Alba-. jamás dejarán que<br />

ganen tus socialistas!<br />

Ella trataba de explicar el punto de vista de Miguel: que no se podía seguir<br />

esperando el lento paso de la historia, el laborioso proceso de educar al pueblo y<br />

organizarlo, porque el mundo avanzaba a saltos y ellos se quedaban atrás, que los<br />

cambios radicales nunca se implantaban por las buenas y sin violencias. La historia lo<br />

demostraba. La discusión se prolongaba y ambos se perdían en una oratoria confusa<br />

que los dejaba agotados, acusándose mutuamente de ser más testarudos que una<br />

mula, pero al final se daban las buenas noches con un beso y quedaban ambos con la<br />

sensación de que el otro era un ser maravilloso.<br />

Un día a la hora de la cena, Jaime anunció que ganarían los socialistas, pero como<br />

hacía veinte años que pronosticaba lo mismo, nadie le creyó.<br />

-Si tu madre estuviera viva, diría que van a ganar los de siempre -le respondió el<br />

senador Trueba desdeñosamente.<br />

Jaime sabía por qué lo decía. Se lo había dicho el Candidato. Hacía muchos años que<br />

eran amigos y Jaime iba a menudo a jugar ajedrez con él en la noche. Era el mismo<br />

socialista que había estado postulando a la Presidencia de la República desde hacía<br />

dieciocho años. Jaime lo había visto por primera vez a espaldas de su padre, cuando<br />

pasaba en medio de una nube de humo en los trenes del triunfo, durante las campañas<br />

electorales de su adolescencia. En aquellos tiempos el Candidato era un hombre joven<br />

y robusto, con mejillas de perro cazador, que gritaba exaltados discursos entre las<br />

pifias y la silbatina de los patrones y el silencio rabioso de los campesinos. Era la época<br />

en que los hermanos Sánchez colgaron en el cruce de los caminos al dirigente<br />

socialista y que Esteban Trueba azotó a Pedro Tercero García delante de su padre, por<br />

repetir ante los inquilinos las perturbadoras versiones bíblicas del padre José Dulce<br />

María. Su amistad con el Candidato nació por casualidad, un domingo en la noche que<br />

lo mandaron del hospital a atender una emergencia a domicilio. Llegó a la dirección<br />

indicada en una ambulancia del servicio, tocó el timbre y el Candidato en persona abrió<br />

la puerta. Jaime no tuvo dificultad en reconocerlo, porque había visto su imagen<br />

muchas veces y porque no había cambiado desde que lo viera pasar en su tren.<br />

-Pase, doctor, lo estamos esperando -saludó el Candidato.<br />

Lo condujo a la habitación de servicio, donde sus hijas intentaban ayudar a una<br />

mujer que parecía estar asfixiándose, tenía la cara amoratada, los ojos desorbitados y<br />

una lengua monstruosamente hinchada que le colgaba fuera de la boca.<br />

-Comió pescado -le explicaron.<br />

-Traigan el oxígeno que está en la ambulancia -dijo Jaime mientras preparaba una<br />

jeringa.<br />

-Se quedó con el Candidato, los dos sentados al lado de la cama, hasta que la mujer<br />

empezó a respirar normalmente y pudo meter la lengua dentro de su boca. Hablaron<br />

del socialismo y de ajedrez y ése fue el comienzo de una buena amistad. Jaime se<br />

presentó con el apellido de su madre, que siempre usaba, sin pensar que al día<br />

siguiente los servicios de seguridad del Partido entregarían al otro la información de<br />

que era hijo del senador Trueba, su peor enemigo político. El Candidato sin embargo,<br />

nunca lo mencionó y hasta la hora final, cuando ambos se estrecharon la mano por<br />

última vez en el fragor del incendio y de las balas, Jaime se preguntaba si alguna vez<br />

tendría el valor de decirle la verdad.<br />

Su larga experiencia en la derrota y su conocimiento del pueblo, permitieron al<br />

Candidato darse cuenta antes que nadie que en esa ocasión iba a ganar. Se lo dijo a<br />

Jaime y agregó que la consigna era no divulgarlo, para que la derecha se presentara a

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!