jóvenes, culturas urbanas y redes digitales - Artica – Centro Cultural ...
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Introducción. De la cultura postindustrial a las estrategias de los <strong>jóvenes</strong><br />
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muestra, como vimos, una reestructuración generalizada y homogénea. No es posible<br />
englobar los distintos procesos como si fuera el pasaje en bloque a una economía creativa<br />
que encolumnaría a todos ni tampoco como la desaparición catastrófi ca de las industrias<br />
culturales y los tipos de comunicación que las volvieron hegemónicas en la segunda<br />
mitad del siglo XX.<br />
Lo que encontramos, en cambio, es que las formas industriales y postindustriales (<strong>digitales</strong>)<br />
de producir y circular los bienes y mensajes conviven con hábitos comunitarios<br />
antiguos, formación de nuevas comunidades y tipos de negocio, se combinan los gustos<br />
por la cultura masiva con “nuevas” formas de trabajo artesanal, de lo local y transnacional.<br />
Por eso, Enedina Ortega, en su estudio sobre las <strong>redes</strong> creativas <strong>digitales</strong>, referido<br />
a los emprendedores con más alta capacitación tecnológica, los denomina “meros<br />
artesanos” por su pragmatismo, la búsqueda colectiva de soluciones innovadoras y los<br />
modos de compartir su expertise.<br />
Se dice a veces que las editoriales, disqueras, galerías y centros culturales independientes<br />
son agentes de “resistencia cultural” al neoliberalismo, a los poderes estatales y<br />
empresariales, a las estéticas ofi ciales (Espinasa, 2011). A veces, es así. Pero la suma de<br />
entrevistas y miradas etnográfi cas a estas escenas de producción cultural revela que<br />
son también lugares de innovación más allá de las restricciones presupuestales y las<br />
inercias que hacen agonizar modos “consagrados” de hacer cultura y hacer negocios.<br />
Los emprendedores <strong>jóvenes</strong>, que rara vez disponen de programas para cambiar el sistema,<br />
abren preguntas estimulantes acerca de cómo se puede ser hoy creativo, enterarse<br />
de lo que pasa, conocer más de una interpretación de los procesos y compartir todo<br />
esto con otros.<br />
Ver estas iniciativas múltiples y polivalentes sólo como resistencia, verlas únicamente<br />
en clave política y por tanto encomendarles que llenen el vacío dejado por la ineptitud<br />
de los partidos políticos o la escasa imaginación social de empresarios, es excluir del<br />
horizonte signifi cados menos convencionales, menos unidireccionales, de estas variaciones<br />
del paisaje.<br />
Más que sustituir un sistema por otro, los emprendimientos se despliegan como complementación<br />
de aprendizajes múltiples, relaciones de amistad junto a colaboración<br />
con grandes instituciones, colaboraciones y competencia, autoempleo e inserción imaginativa<br />
en <strong>redes</strong> preexistentes. Entre una estructura industrial de producción cultural<br />
que se transforma lentamente y sociedades que generan iniciativas de creación y comunicación<br />
frágiles, las tendencias y “las aptitudes económicas tienen antes una función<br />
de sostenibilidad que de lucro” (Rowan, 2010: 167). La indefi nición que presenta<br />
este tránsito complejo, ambivalente, no permite limitarnos a análisis hechos con categorías<br />
compactas como economía creativa o emprendedores <strong>–</strong>como si fuera la tendencia<strong>–</strong>,<br />
hay que atender a prácticas combinadas, híbridas, que requieren seguimientos<br />
etnográfi cos abiertos y fl exibles.