jóvenes, culturas urbanas y redes digitales - Artica – Centro Cultural ...
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Jóvenes, <strong>culturas</strong> <strong>urbanas</strong> y <strong>redes</strong> <strong>digitales</strong><br />
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tas sobre la estabilidad económica a largo plazo, planeación, ahorros, etc., siempre trajeron<br />
a la mesa un silencio largo, seguido de una respuesta en la que se hacía evidente<br />
una suerte de evasión. Los <strong>jóvenes</strong> artistas no parecen pensar mucho en el futuro y no<br />
tienen planes porque no hay forma de hacerlos. Pero, al mismo tiempo, esa incertidumbre<br />
les ha permitido tomar parte muy activa de su presente, desarrollar y levantar proyectos<br />
sin saber cómo van a sostenerse o si seguirán existiendo a la vuelta de dos años.<br />
<strong>–</strong>¿Cómo te ves dentro de 10 0 15 años? “No tengo ni idea. No lo pienso mucho. Cada<br />
semana hay una neblina y no puedo ver que va a pasar. No me interesa hacer planes a<br />
futuro porque no tengo aspiraciones generales.” Frente a un futuro incierto muestran<br />
una gran capacidad para mutar, fungir y aprender diversos roles y, sobre todo, para entenderse<br />
en un entorno donde todo es efímero: los proyectos que desaparecen no han<br />
fracasado sino que cumplieron su ciclo, y siempre es posible empezar uno nuevo. <strong>–</strong>¿Te<br />
produce angustia pensar en el futuro? “Sí, mucha angustia, pero también estoy tratando<br />
de trabajar con ella. Cada vez creo sentir menos, pero porque estoy aceptando más<br />
la ambigüedad. Y estoy aceptando que parte de mi decisión de ser artista fue asumir la<br />
idea de cambiar. Si tengo que cambiar, cambio. Y si tengo que adaptarme, me adapto.”<br />
Antes que una jubilación, seguro médico o trabajo estable, los <strong>jóvenes</strong> artistas aspiran a<br />
un futuro que les permita seguir llevando a cabo sus proyectos y a sortear su economía<br />
personal vendiendo obra, obteniendo becas o realizando algún trabajo <strong>–</strong>tal vez ajeno a su<br />
disciplina<strong>–</strong> que les remunere con lo suficiente para vivir y les provea de algún tipo de<br />
aprendizaje. “Yo pienso que mi camino de vida no va en función de esa seguridad social y<br />
económica que uno tendría que tener con el paso del tiempo. Siento que como artista se<br />
vive en el riesgo de fracasar totalmente. En el suspenso. Aunque estaría chingón siempre<br />
poder tener becas o vender un cuadrito navideño."<br />
Ser joven también signifi ca haber crecido en un mundo con Internet 1 . En cierta medida<br />
esto explica la disponibilidad de los <strong>jóvenes</strong> para aprender y adaptarse, además de su<br />
marcada necesidad de estar conectados. “El uso de correo electrónico y la mensajería<br />
instantánea en 1990 [algunos años después en México] estableció un hecho sobre la<br />
conducta on line de los <strong>jóvenes</strong> que hoy sigue vigente: estar conectado con los contemporáneos<br />
es de suma importancia” (Watkins, 2009). Pero, al mismo tiempo, ese mundo<br />
siempre conectado, su inmediatez y vastedad, tiene cada vez menos espacios para el<br />
desarrollo profesional. Un destacado crítico y curador nos aseguró que su generación <strong>–</strong><br />
los nacidos en los sesenta<strong>–</strong> se multiplicó brutalmente respecto de los que les antecedían,<br />
y que ese incremento generacional se transforma ahora en un problema de “exponencialidad<br />
geométrica” que las instituciones no pueden cubrir. Los programas<br />
destinados a la promoción del arte joven reciben <strong>–</strong>literalmente<strong>–</strong> cientos de carpetas, de<br />
1. Es importante destacar que en México, de cada 100 viviendas solamente 29 tienen computadora y que en 2011 <strong>–</strong>aunque<br />
la cifra se duplicó en comparación a 2005<strong>–</strong> solamente 34,9 millones de mexicanos acceden a Internet, es decir, alrededor<br />
del 30% de la población total del país. (Asociación Mexicana de Internet, 2011).