jóvenes, culturas urbanas y redes digitales - Artica – Centro Cultural ...
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Jóvenes, <strong>culturas</strong> <strong>urbanas</strong> y <strong>redes</strong> <strong>digitales</strong><br />
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centración de la producción editorial y musical en unas pocas empresas, las nuevas vías<br />
de creación en red de revistas, blogs y sitios de intercambio abren tramas sociales a la<br />
creatividad, un interjuego más allá de la industria de libros y discos. Con los dispositivos<br />
<strong>digitales</strong> van inventándose modelos de comunicación transnacional independiente,<br />
festivales no regidos por la mercantilización. Acceden a las artes visuales, a la creación<br />
literaria y musical, sectores <strong>–</strong>y aun países<strong>–</strong> que estaban excluidos, y ahora encuentran<br />
modos distintos de compartir, remixear, difundir y valorar los bienes culturales.<br />
La atención prestada a los comportamientos de los <strong>jóvenes</strong> permite registrar no sólo su<br />
vulnerabilidad por el estrechamiento del mercado laboral, sino también su capacidad de<br />
agenciamiento, el uso innovador de capitales culturales y sociales. No están apresados<br />
en la crisis de la industria musical o editorial. Se mueven hacia horizontes no previstos<br />
por el desarrollo clásico de esas industrias.<br />
Se esboza así un mapa más abierto e incluyente. Poderosos medios tradicionales, que controlaban<br />
hasta los años noventa del siglo pasado la circulación cultural y la valoración estética,<br />
aceptan a nuevos creadores y negocian con las generaciones emergentes marcos legales,<br />
como los Creative Commons, donde son reconocidos los derechos de los artistas y<br />
las audiencias. Gana también la variedad de lo que hoy podemos ver, leer y escuchar: en<br />
todos los países llegan la épica hollywoodense y las disidencias anglosajonas, lo sofi sticado<br />
y lo banal del arte europeo, mangas y animes, hasta algunos fi lmes de América latina.<br />
Sin embargo, aparecen muchas zonas oscuras, como las descubiertas por Sennett al<br />
estudiar a los ejecutivos y expertos de IBM despedidos cuando tenían poco más de 30<br />
años por la remodelación de la empresa, o los que quedan fl otando, sin referencias de<br />
donde agarrarse, entre las fábricas que cierran y los nuevos circuitos de producción digital<br />
que no los reciben.<br />
¿Qué hacer con los fracasos? Los estudios sobre trendsetters suelen elogiar la versatilidad<br />
de sujetos que se conciben como un collage de fragmentos en devenir, siempre<br />
abiertos a nuevas experiencias. Pero ¿qué ocurre con la estabilidad psicológica cuando<br />
se viven constantemente experiencias de trabajo a corto plazo? Dice Sennett: “hay<br />
poco espacio para comprender el derrumbe de una carrera si creemos que toda la historia<br />
de una vida sólo es una colección de fragmentos. Tampoco hay espacio para analizar<br />
la gravedad y el dolor del fracaso si no es más que otro incidente” (Sennett, 2000: 140).<br />
Sennett, como otros antropólogos y sociólogos, ven en esta precariedad solitaria el origen<br />
de los nuevos deseos de comunidad perceptibles en el resurgimiento de las religiones<br />
y <strong>–</strong> podemos agregar hoy<strong>–</strong> en la multiplicación y exposición de <strong>redes</strong> sociales que<br />
crean comunidades virtuales.<br />
Sennett recuerda a Paul Ricoeur cuando sostenía que para sentir estímulo al crear y<br />
desarrollarnos es importante saber que “alguien depende de mí” y “soy responsable de<br />
mi acción ante el otro”. Cada persona puede mantener su exigencia y su creatividad