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jóvenes, culturas urbanas y redes digitales - Artica – Centro Cultural ...

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Jóvenes, <strong>culturas</strong> <strong>urbanas</strong> y <strong>redes</strong> <strong>digitales</strong><br />

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Santa en eso, desde el plan editorial, el diseño, todo. Esa fue como la primera chambota,<br />

pagadísima. Para ese momento era buenísimo... Entonces no pagábamos renta..”. El<br />

otro momento de cambio fue cuando decidieron crear la editorial, ya no sólo la revista.<br />

Y discutiendo en esos momentos sobre la revista se preguntaron por qué trabajar para<br />

otros si lo podían hacer para ellos. Dice Ximena: “Todos odiábamos nuestra vida de asalariados,<br />

freelanceros, maltratados…”. El resultado: “Un poco trabajamos para pagar la<br />

revista y los libros... Ofrecemos los servicios editoriales... sacamos dinero de ahí, y de<br />

ahí se supone que recibimos un sueldo y además inyectamos dinero a la revista, que<br />

aún no se logra sostener de los mecanismos que debería, y de los libros que estamos<br />

comenzando a publicar…”.<br />

El ejemplo muestra un camino seguido por las emprendurías culturales en muchas partes<br />

del globo. Proyectos que generan satisfacción laboral y cuya continuidad es cubierta<br />

por una variedad de ingresos obtenidos a partir de las fuentes más diversas, la mayoría<br />

de las veces de trabajos “freelanceros, maltratados”.<br />

Valga mencionar aquí uno de los senderos recorridos recientemente por este proyecto.<br />

Cuando llevamos a cabo la primera entrevista con los lenguaraces, en octubre de 2010,<br />

Lalo tenía en mente varios proyectos. Uno de ellos resultó ser biblits.com, una comercializadora<br />

de libros <strong>digitales</strong> de editoriales independientes, “de Anagrama para abajo”,<br />

como nos dijeron. En junio de 2011 nos reunimos con dos socios de este emprendimiento,<br />

Manuel Dávida y Feli Dávalos, y Eduardo Ávalos ya no estaba, se había ido a un<br />

proyecto en Artes de México. Todo en un año, más o menos.<br />

El otro ejemplo, en el extremo sostenible del arco de posibilidades editoriales, es Textofi<br />

lia. Ricardo, uno de los socios fundadores de la editorial, realizó sus prácticas profesionales,<br />

como mencionamos, en una revista ya establecida, La Tempestad. Allí recibió<br />

capacitación y apoyo para su proyecto. “Yo creo que de ahí brotó la idea. O sea, porque<br />

esto fue incluso antes de que estuviéramos en la comercializadora… Un poquito antes…<br />

todavía estaba terminando la carrera. Fue mi último semestre en la carrera y eran como<br />

prácticas profesionales que estaba tomando… Y de ahí empecé a jalar con más ideas, y<br />

a decir: ‘Bueno, es que ¿por qué ellos están trabajando con literatura y arte y pueden<br />

vivir de esto?... ¿Qué es lo que están haciendo?’. Y fue como empezamos también a jalar<br />

ideas y a tener un orden, una estructura más grande. O sea, a querer o no, se necesita<br />

tener un equipo que se dedique a hacer ventas, comercialización. Necesitas tener gente<br />

que esté especializada de colocar en puntos de venta, que aunque a lo mejor la venta en<br />

punto de venta directa para una revista, no para una editorial, no sea como el ingreso<br />

más fuerte, es necesario porque para que un anunciante compre un anuncio tiene que<br />

ver la revista colocada. La gente tiene que conocerla y tiene que haber un contacto<br />

mediático y tiene que haber como cadenas que se tienen que ir integrando. Y todo eso<br />

yo lo vi con La Tempestad, fue lo que me empezaron poco a poco a enseñar… Y, de hecho,<br />

cuando decidimos lanzar ya el proyecto de comercializadora, nuestro primer cliente<br />

importante fue La Tempestad”.

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