jóvenes, culturas urbanas y redes digitales - Artica – Centro Cultural ...
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Jóvenes, <strong>culturas</strong> <strong>urbanas</strong> y <strong>redes</strong> <strong>digitales</strong><br />
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de un artista, que se llama Damián Ortega… Y entonces comenzó con la idea de traducir<br />
este texto y él tenía en mente traducir otros, pero, vaya, no había una dirección clara,<br />
el nombre no existía. Se empezó a trabajar una traducción. Alias es una colección”<br />
(Sara Schultz).<br />
O, más extraño aún, construir una emprenduría empujados, inconscientemente, por un<br />
autor de renombre internacional. Tal es el caso de Sur+. “Yo me quedo encantado con<br />
John Berger y empezamos a tener correspondencia... Y un día le pregunto sobre un libro,<br />
porque yo ya estaba trabajando el tema de migración, y le digo: ‘Hay un libro que se<br />
llama El séptimo hombre, tuyo, no sé qué, bueno, ya sabes cuál… no se encuentra en<br />
ninguna parte, por ninguna circunstancia, ¿sabes dónde lo puedo encontrar? La edición<br />
española está agotada, es bien difícil... Si hay alguien aquí en América Latina que lo publicó’.<br />
Y su respuesta fue corta y rarísima: ‘Publíquenlo, ¿por qué no lo publican? Háganlo’.<br />
Pero no sabía que teníamos una… bueno, no teníamos una editorial y no tenía por<br />
qué saber… Primero, teníamos los derechos del libro de John Berger que nunca se publicó<br />
en México, en castellano solo hay una edición anterior como de 2001, creo, en España,<br />
que se agotó… también de una editorial independiente, y queríamos traerlo y ese<br />
fue el pretexto… Bueno, hay que hacer la editorial. Y empezamos a hacer la editorial de<br />
la nada. Es decir, no teníamos experiencia… Bueno, Gaby era probablemente la que tenía<br />
más experiencia porque ya había publicado, porque Gaby es poeta, porque Gaby<br />
tenía un libro publicado…” (Pablo)<br />
En el caso de Tumbona Ediciones, dos de sus miembros se conocieron, nos dice Vivian<br />
Abenshushan, “porque somos editores, vivimos un poco en el mismo universo, y de repente,<br />
una vez, me gané un premio, ¿no?, de chavita, un premio bien dotado, y una de<br />
las preguntas que me hizo Luigi (cofundador del sello) cuando me dieron el premio<br />
[fue]: ‘A ver, Vivian, ¿qué vamos a hacer con ese dinero?’ ‘En plural’, apunta Luigi. Y Vivian<br />
responde: ‘En plural... Y entre las cosas que salieron, o más bien creo que lo primero<br />
que respondí, y también respondió él fue: “Vamos a hacer una editorial”.… Y ese mismo<br />
día, tengo los apuntes de… hace casi diez años, no sé cuánto, ocho o nueve años, que se<br />
llamaría La Tumbona. Ese mismo día pensamos en nombres, empezamos a hacer dibujitos<br />
de tumbonas y nombres de colecciones y después de eso, pasaron muchos años<br />
hasta que se concretó, ¿no? Fue una idea, como una especie de deseo, de ilusión muy<br />
personal, asociada con un desencanto generalizado frente a la edición y en particular al<br />
mundo de la literatura en México… lo que se llama la República de las letras, ya en sí<br />
mismo una fi gura detestable para nosotros”.<br />
La llegada al mundo de la edición dista mucho de ser un proceso lineal, recto, como parece<br />
suceder con muchas profesiones centradas en los clientes, a diferencia de las que<br />
orbitan alrededor de los públicos (Abbott, 1988). Más bien se asemeja a los trazos vacilantes<br />
de los niños cuando aprenden a escribir. La mayoría de las personas que entrevistamos<br />
y los discursos y conversaciones que hemos registrado en ferias, seminarios o<br />
pláticas informales, describen este proceso laberíntico a la manera que lo plantea el