jóvenes, culturas urbanas y redes digitales - Artica – Centro Cultural ...
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Jóvenes, <strong>culturas</strong> <strong>urbanas</strong> y <strong>redes</strong> <strong>digitales</strong><br />
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boración y diálogo entre artistas y curadores <strong>jóvenes</strong>, y tanto los unos como los otros<br />
apuntan que esas discusiones les han servido para crecer profesionalmente y enriquecer<br />
sus proyectos de forma recíproca.<br />
En importante medida, este tipo de fricciones tienen lugar porque se trata de una fi gura<br />
aún en emergencia, que no termina de perfi larse del todo en la escena local. En efecto,<br />
recién en el año 2010 aparece la primera oferta educativa en estudios curatoriales de la<br />
ciudad <strong>–</strong>una especialidad de la maestría en Historia del Arte de la UNAM<strong>–</strong>, y la generación<br />
inaugural aún no ha concluido sus estudios. La escena local, sin embargo, cuenta<br />
ya con varias generaciones de curadores que se formaron de manera autónoma, principalmente<br />
a partir del aprendizaje obtenido en experiencias institucionales <strong>–</strong>el Carrillo<br />
Gil y el MAM constituyen escuelas signifi cativas<strong>–</strong> y de talleres independientes, entre los<br />
cuales destacan Teratoma, coordinado por Pip Day en 2003. Estos primeros curadores<br />
afi rman haber llegado a esta ocupación por una suma de hechos fortuitos y no del todo<br />
conscientes, determinadas más por la práctica que por la vocación. A algunos de los<br />
más <strong>jóvenes</strong>, el rótulo les causa una cierta incomodidad debido a sus cortas experiencias<br />
en el rubro, y los escasos espacios que existen para desempeñarse. “Nadie tiene<br />
una cédula profesional que diga curador", aseveran, y admiran dentro del campo de la<br />
curaduría a profesionales con orígenes disciplinarios diversos: arquitectos, fi lósofos,<br />
sociólogos. Asumen, además, que ser curador signifi ca un proceso de estudio y formación<br />
continua, que muchas veces no puede adquirirse en centros educativos.<br />
El campo artístico también observa la proliferación de “gestores culturales” que desempeñan<br />
múltiples funciones tanto dentro como fuera de las instituciones. Y una de las evoluciones<br />
más evidentes de “los espacios alternativos” de los noventa han sido los espacios<br />
de autogestión en diálogo directo con el mercado. Haciendo un cruce entre el espacio<br />
alternativo y la galería, hoy en día priman en la escena fi guras emparentadas con la del<br />
joven empresario, que conoce de cerca las dinámicas del mundo del arte y comienza a<br />
generar una red de capitalización y de relaciones públicas. Si bien existen tanto experiencias<br />
exitosas como rotundos fracasos, este tipo de empresa artística adquiere gran<br />
prominencia, quizá porque alberga la promesa de hacer confl uir el atractivo simbólico<br />
del mundo del arte <strong>–</strong>lo bohemio, lo chic, el glamour y la vida nocturna<strong>–</strong> con un impulso<br />
mercantil y la posibilidad de un negocio rentable. Muchos de estos nuevos emprendimientos<br />
tienen un formato fl exible y abierto a diferentes públicos, que los aleja del sello<br />
aurático que solían tener las galerías tradicionales.<br />
La Ciudad de México ha seguido de cerca estos procesos de emergencia cultural, remodelando<br />
sus dinámicas de forma signifi cativa. En el marco de dinámicas más amplias de<br />
gentrifi cación urbana, ciertos sectores de la ciudad se han convertido en referencias indispensables<br />
para las prácticas artísticas contemporáneas, así como también para otros<br />
sectores e industrias culturales. La proliferación de la movida artística de los últimos<br />
años, y su concentración en ciertas colonias de la Ciudad de México, ha ido de la mano de<br />
una activación de circuitos urbanos vinculados a un tipo específi co de turismo cultural.