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127Por eso sostenemos que el denominado “espíritu de la época” definido por Siegfried Giedion en Lamecanización toma el mando (1978), manifestado en la burguesía nacional como un “espíritu de la épocafrancesa”, también lo podemos definir como el “espíritu del iluminismo” (del Gran siglo de las Luces) quehabía logrado mudarse a Buenos Aires de la mano de un refinado cosmopolitanismo que combinabainfluencias sin prejuicios en la Arquitectura Beaux Arts. Incluso, Fabio Grementieri en Grandes Residenciasde Buenos Aires. La influencia francesa (2006) sostiene que algunas residencias de esta época eran unbuen reflejo del “espíritu de la época”. Efectivamente, el “espíritu de la ilustración decimonónica europea” oesprit iluminista hizo del retour à l´ordre la clave de su cultura arquitectónica principalmente entre 1900 y1939. El contenido estético-simbólico de la antigua sociedad cortesana, noble y aristocrática (del mundoanterior a la Revolución Francesa) se hizo presente en la decoración de interiores de la Argentina BelleÉpoque Argentina: 1860-1936.Argumenta Daniele Baroni en el artículo “Arquitectura interior” de la revista Summa Nº 194 (1984), que MarioPraz, parafraseando a Swedenborg, sostiene que la casa es la proyección del cuerpo de quien la habita; elambiente “es, más bien, un potenciamiento del alma, (…) El ambiente se convierte en un museo del alma, enun archivo de sus experiencias” 159 . Esta expresión del “alma” de Praz, traída a colación por Daniele Baroni,es usada nuevamente por Piera Scuri en otro artículo sobre “Arquitectura interior”, pero esta vez de SummaNº 198 (1984) 160 .Observamos un ejemplo cuando Piera Scuri discute -parafraseando a Praz- que el rococó daba una lecciónde decoración (en el mueble); de línea sinuosa, característico del estilo rocaille, en el que el significadofuncional (o uso funcional, como ser “sentarse” en la silla) se fundía o fusionaba con lo estilístico. A diferenciade ello, las sillas Chippendale daban una lección de cordura y equilibrio; pues, ninguna tentativa de encubrir elfin práctico del mueble (como si sucedía en el rococó), asegurado por las simples patas rectilíneas del estiloChippendale (aunque debemos admitir que dentro de este estilo existió la curva, no pronunciada ni usadahasta el hartazgo como en el rococó). La respuesta es mas profunda, pues el “alma” sostiene Praz, debebuscarse en el mobiliario Chippendale, en que era: “(…) Perfecto espejo, esa silla, del alma burguesa,positiva y práctica” 161 , como era la incipiente burguesía inglesa de esa época victoriana.El espíritu que circulaba por la Inglaterra, de aquel período, era la del caballero que no necesitaba de título.En el siglo XVIII, el Movimiento Ilustrado, estaba dispuesto a disipar las tinieblas de la humanidad -acto159Daniele, Baroni. “Interiores”, en revista Summa. Nº 194. Buenos Aires. 1984. (pps. 23-28).160“Praz habla como “cultor” de la casa y él mismo revela, por experiencia directa, qué relaciones íntimas pueden ligar al hombre con su casa. Apartedel carácter idealista de su escrito, en el que aparece a menudo el término “alma”, recordemos que en este sentido ha tenido intuiciones justas.” Scuri,Piera. “El espejo rococó”, en revista Summa. Nº 198. Buenos Aires. 1984. (pps. 50-56).161Scuri, Piera. Ibid. (pp. 52).

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