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51Adicionalmente, la cultura occidental ha necesitado de la exclusión del “Otro” (americano salvaje) comooperación privilegiada para instituir el “Yo” (europeo civilizado). La autora revisionista, Maristella Svampaseñala en El dilema argentino: Civilización o Barbarie (1994), a partir de una cita de Todorov que: “Bárbaroes así un vocablo a través del cual no se define sino que se califica al Otro, estigmatizado (…)” 75 ParaEuropa, la barbarie se hallaba “fuera”, aun cuando esta no hubiera alcanzado todavía un estado deperfectibilidad. El bárbaro debía ser neutralizado en su nocividad, si no podía ser educado o convertido a lacivilización (incluso exterminado si era necesario). Por supuesto, el Facundo de Sarmiento es un libro decombate que tiene una clara vocación política progresista liberal (que quiere erradicar a los gauchos e indios),que va más allá de las dimensiones literarias del mito romántico (que encuentra atractivo al gaucho).José Ingenieros en El hombre mediocre 76 escribió sobre el Sarmiento progresista, liberal y reformista. Elpasado colonial, oscurantista y feudal es el enemigo a vencer, su tarea es ciclópea. La educación y la cienciaserían las herramientas del cambio. La “mediocridad” general, vista ésta como producto del medio geográficoy social eran los frenos a la evolución.La tradición liberal conservadora, en la época de la fundación de la Argentina moderna, ocupó un lugar centralen el marco de un proyecto de gobierno que tuvo una dimensión excluyente, porque implicaba la marginacióny el llamado al exterminio de indígenas; pero al mismo tiempo tuvo una dimensión o vertiente integracionista(en su vinculación con ciertos ideales europeos de Progreso y civilización, por vía de la inmigración). Demodo que “civilización / barbarie” se instaló como imagen fundacional en el dispositivo simbólico de laideología liberal.Es evidente que la fijación terminológica europea resultó el punto conclusivo de un largo proceso histórico dela construcción imaginaria de dos figuras: el civilizado y el bárbaro. Así, el tema de “civilización y barbarie”atraviesa toda la historia cultural de América Latina y hunde sus raíces en la misma acción del descubrimientode América y el inicio de la Edad Moderna 77 : la acción civilizadora de los españoles con respecto a laspoblaciones indígenas, que representaban la encarnación de la barbarie. Efectivamente, estos conceptos queen su conjunción encierran una problemática de múltiples niveles, cruza la historia y la cultura americanasdesde el momento de la conquista.Maristela Svampa nos recuerda que fue Fenimore Cooper (1789-1851) con sus dos novelas: El último de losmohicanos (1826) y La pradera (1827) quien influyó sobre D. F. Sarmiento (1811-1888). El conflicto que75Svampa, M. Ibid. (pp. 19-20).76Ingenieros, José. El hombre mediocre. Editorial Losada. Buenos Aires. 1960.77“La palabra “civilización”, empleada por primera vez en 1757 por el marqués de Mirabeau, tuvo un lugar eminente entre las ideas-imágenes que hanatravesado la época moderna. Prontamente, el vocablo designará algo más que un proceso creciente de refinamiento de las costumbres, para integrardos acepciones. Por un lado, el concepto indicará el “movimiento” o proceso por el cual la humanidad había salido de la barbarie original, dirigiéndosepor la vía del perfeccionamiento colectivo e ininterrumpido”. Svampa, M. Ibid. (pp. 17).

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