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147Para dejarlo bien en claro, la sobrecarga estética artesanal (propio de los estilos del decorado barroco, rococóy otros estilos artesanales) conforma un signo-estético-simbólico. Sin lugar a dudas, la connotación es lainterpretación más subjetiva de un mensaje basado en códigos ideológicos y culturales como la estética deuna época (la estética Luis XIV, por ejemplo). Por lo que la connotación (subjetiva) es el equivalente de lo quepodemos definir como: «valor-estético-simbólico».Explica Jordi Llovet, siguiendo a Baudrillard en Crítica de la economía política del signo (1974), el «valorde-signo»(a veces denominado por Baudrillard como «valor-de-cambio-signo»); que es connotador de statussocio-económico y definidor de su estética (por eso hablamos de valor-estético-simbólico). Por lo cual, al«valor-de-signo» también lo podemos denominar «valor-estético», lo que Jordi Llovet denomina una plusvalíaestética o un valor añadido al «valor-de-uso». La «esteticidad», sostiene el autor usando a Immanuel Kant enCrítica del Juicio (1790), es una excedencia del «valor-de-uso».Cuando analizamos objetos sin ningún valor económico (anteriores al capitalismo) decimos que el «valorestético»también puede denominarse «valor-de-signo». Pero aparece una diferencia sutil e importantecuando no hablamos de objetos, sino de productos creados bajo la esfera del capitalismo; pues aquí al«valor-estético» lo denominaremos «valor-de-cambio-signo»; para definir que en al «valor-signo» (estético) sele suma el «valor-cambio» (económico). Conformando una unidad estético-económica (el valor-de-cambiosigno)que define el gusto (burgués) por el consumo de ciertos productos costosos -mobiliarios y obras dearte comprados en galerías y casas de arte, preferentemente francesas e inglesas, para coleccionistascapitalistas como lo fue Matías Errázuriz Ortúzar (1866-1953)- que eran adquiridos por la elite de laGeneración de 1880 como un muestrario de un amplios conocimientos sobre la cultura europea. Aquí radicala clave, para entender el pensamiento (y su comportamiento) de estos importantes individuos de la historiade Argentina.En el caso de los decoradores de interiores, si estos eran importantes artistas-artesanos como lo fueron H.Nelson, G. Hoentschel y M. Carlhian -para la residencia de Matías Errázuriz Ortúzar (1866-1953) – JosefinaAlvear 81859-1935)-, las decisiones de importancia quedaban en sus manos (y menos en el dueño de casa).Solo cuando la economía del propietario era mas reducida, ellos mismos se encargaban de la decoraciónintroduciendo realizando experimentos decorativos que “hibridaban” y aumentaban aún mas la complejidaddel eclecticismo reinante (aumentando la confusión estilística, por falta de patrones estéticos mas ordenados,dado que no tenían los mismos criterios que los artistas-decoradores antes citados, muchos masprofesionales).De aquí que lo mas apropiado sea hablar de un “sincretismo material doméstico criollo-francés” (unahibridación de estilos decorativos y diseño de muebles de los mas diversos órdenes, en un confuso

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