de tecnología limpia, la organización de corredores y lacreación de dispositivos de integración multimodal.En general, la inversión en la infraestructura inicial detransporte se beneficia de subsidios públicos, a vecesmuy elevados, mientras que las operaciones suelen serfinanciadas mediante la recaudación tarifaria.Lograr sistemas de movilidad más eficientes, másinclusivos y sustentables, requiere una mayor integraciónde todas aquellas modalidades que puedan aportarverdaderas soluciones para la accesibilidad de las personas.Para ello, es necesario que las autoridades asuman un rolprotagónico y proactivo en la organización del sistemade la movilidad, algo que en muchas ciudades supera lascapacidades actuales. A nivel metropolitano el desafíode la coordinación es aún mayor y requiere estructurasinstitucionales adaptadas, capaces de incidir en variosaspectos de la movilidad y de la vida urbana en generalsobre territorios muy extensos.Dentro de las medidas que han buscado la mejorade los sistemas de transporte masivo, se encuentra laconstrucción de nuevas líneas de metro y la ampliaciónde las redes existentes, como en Buenos Aires y Santiago.La que más destaca por su difusión es la implementaciónde sistemas de transporte neumáticos de alta capacidad,conocidos como Bus Rapid Transit (BRT). Aunquevarían en términos de estaciones, integración y formade pago, tienen en común la racionalización del espaciovial urbano, reservando carriles de circulación en los ejesprincipales 74 . Esto permite la descongestión del transportepúblico, mejorando sustancialmente su velocidad ycapacidad de carga, al estilo de la red subterránea (metro),pero con costos mucho más bajos.Los sistemas de BRT existen desde la década de 1970, conla primera implementación en la ciudad de Curitiba. En ladécada del 2000, se ha dado una explosión de sistemas deeste tipo, especialmente en ciudades latinoamericanas 75 .Una clave de las experiencias exitosas es que suimplementación ha ido de la mano de medidas globalesde planeamiento territorial que buscaron densificar a lolargo de estos corredores y generar espacios más propiciospara la movilidad activa. La ciudad de Curitiba aparececomo un caso exitoso de densificación urbana planificadaa partir de la red de transporte público 76 .Con diferente cobertura y extensión, son varias lasciudades que han implementado modalidades detransporte masivo inspiradas en el BRT o, al menos,con algunas características de estos sistemas. Entre ellas,figuran Bogotá (Transmilenio), Buenos Aires (Metrobuspor Juan B. Justo), Ciudad de Guatemala (Transmetro),Ciudad de México (Metrobus), Montevideo (Plan deMovilidad en ejecución), Quito (Trole), Guayaquil(Metrovía), Santiago de Chile (Transantiago), São Paulo(Interligado) y Mérida (Trolmerida) 77 . Al igual que ocurrecon otros medios de transporte, la heterogeneidad en laRío de Janeiro, Brasil. Campaña “I’m a City Changer”de <strong>ONU</strong>-Habitat.© Mariana Nissenregión es inmensa y su clasificación dentro de una u otramodalidad no es tarea sencilla.Iniciativas a favor de los ciclistas y peatonesNo cabe duda de que los modos activos constituyenopciones muy valiosas en términos de salud pública,prevención de la contaminación y uso eficiente de losrecursos. Desde estas perspectivas, caminar o andar debicicleta son claramente las opciones de desplazamientomás sostenibles, aunque no siempre se desarrollan en lasmejores condiciones.Para la gran mayoría de los ciudadanos, la decisión deusar un modo de transporte u otro no responde tanto auna elección ideológica como, simplemente, a la presióneconómica. Por esta razón, los sectores populares son losque más dependen de los modos activos. Como ilustra elcaso de Santiago de Chile (representado en la siguientesección ), los modos activos pueden representar más de lamitad de los desplazamientos realizados por este grupo depoblación.En la región predomina una cultura del tránsito queprivilegia a los vehículos motorizados en detrimento delos peatones y ciclistas, aunque estos son más numerosos ymás vulnerables en lo que a seguridad viaria se refiere. Engeneral, las ciudades carecen de infraestructura adecuadapara las bicicletas y de aceras suficientemente amplias yadaptadas a todo tipo de viandantes. De las 15 ciudadesestudiadas por el OMU, sólo cinco contaban con unaextensión de vías para la bicicleta equivalente o superior102 Estado de las ciudades de América Latina y el Caribe • 2012
al 1% de la longitud total de las vías metropolitanas. Losmayores porcentajes se detectaron en Bogotá (3,8%),León (2,1%) y Curitiba (1,8%).En paralelo, se observa la emergencia de iniciativasorientadas a promover el desarrollo de los modos activos.Ciudades como Bogotá y Santiago de Chile tienenplaneada la construcción de centenas de kilómetros deciclovías 78 . En Buenos Aires, Río de Janeiro y Ciudadde México –por citar algunos ejemplos– se han creadoespacios seguros en estaciones de metro para dejar bicicletasy sistemas de alquiler o préstamo de bicicletas públicas.Además, se están implementando medidas de moderaciónde la circulación en las zonas centrales y liberando grandesvías urbanas durante los fines de semana.Sin embargo, los avances no deben ocultar los obstáculosculturales, en un contexto donde aún se tiende a concebirlos medios activos como una simple actividad de ocio, sinconsiderar su potencial para desplazamientos “obligados”(trabajo, escuela o compras) ni el peso social y económicoque tiene, incluso para las entregas a domicilio y transportede pequeñas cargas. Iniciativas como la creación deciclovías en detrimento del espacio para el peatón,como ha ocurrido en Río de Janeiro, son medidas queno resultan en ninguna redistribución del espacio entremedios motorizados y no-motorizados, y, por lo tanto, dealcance muy limitado.En algunas ciudades, como en Bogotá, se han impulsadoprogramas de concienciación y educación vial, parareducir la velocidad de los vehículos a motor, ofrecer másespacio a los usuarios no motorizados y alentar actitudesmás respetuosas en el uso colectivo del espacio público.También existen movimientos de la sociedad civil, todavíamuy incipientes, que reclaman un reparto más equitativoGráfico 4.14Evolución de la tasa de motorización(autos por persona), 1990-2008 a0.200.190.180.170.160.150.140.130.120.110.100.090.08nº de autos/personaaPromedio ponderado para nueve países: Bolivia, Brasil, Chile,Colombia, Guatemala, México, Panamá, Perú, República Dominicana yVenezuela.Fuente: CEPAL, Indicadores ambientales de América Latina y el Caribe(2009c).Gráfico 4.15 Evolución de la tasa de motorización enpaíses de América Latina y el Caribe, 2001 y 2007Nº autos/persona0.250.200.150.100.050.002001 2007Fuente: CEPAL, Indicadores ambientales de América Latina y el Caribe(2009c).del espacio de las calles. Son iniciativas prometedoras,pero que, hasta la fecha, han tenido poco impacto.La promoción de los medios activos de transporte implicauna inversión en infraestructura, una mejor articulacióncon otros modos de desplazamiento, especialmente eltransporte público, el desarrollo de servicios específicos, laadaptación de las leyes del tránsito y cambios de actitud,tanto por los conductores como por los propios peatonesy ciclistas. También supone una forma de urbanizaciónbasada sobre un modelo de la ciudad compacta, conuna combinación adecuada de funciones en cada sector,condición necesaria para reducir la distancia de la mayoríade desplazamientos y hacerlos accesibles a peatones yciclistas.Motorización y congestión vehicularLas tasas de motorización en la región han crecido demanera rampante como fruto del crecimiento económicoy del progreso social. De un promedio de 0,09 vehículos amotor por persona que había en 1990, se pasó a 0,20 en elaño 2008. Si se limita este análisis a los años posteriores al2000, es posible observar que esta tendencia está presente,con mayor o menor intensidad, en todos los países coninformación disponible.Un factor novedoso, que influye en la creciente tasa demotorización, es la multiplicación de las motocicletas y suaccesibilidad para importantes sectores de la población.Según datos del OMU, las motocicletas representabanaproximadamente la cuarta parte del parque automotorde las ciudades de Montevideo y San José; y en otras seisde las quince ciudades estudiadas, se ubicaban entre el 10y el 16%; en República Dominicana, se calculaba que en2011 dicha cifra llegaba al 49% del total 79 .La opción de la motocicleta responde a una demanda demovilidad motorizada eficiente y flexible, pero conllevanuevos desafíos en términos de salud pública. Lasiniestralidad de este modo de transporte es significativaServicios básicos urbanos 103
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