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ESTADO DE LAS CIUDADES - ONU-Hábitat

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espacios peatonales, zonas verdes de separadores viales,zonas deportivas, alamedas, jardines, zonas de reservaforestal o de protección ambiental, playas y terrenos noconstruidos que informalmente se usan como campo defútbol– e incluso el centro comercial. Existe además unaambigüedad entre la medición de espacios públicos y deáreas verdes de la ciudad, las cuales no siempre son espacioaccesible o de aprovechamiento público 33 .La cantidad de áreas verdes es una de las mediciones másfrecuentes de espacio público 34 , junto con la de callespeatonales, vías exclusivas para el transporte públicoy la bicicleta, plazas y equipamientos públicos, peroserían necesarias investigaciones complementarias parasistematizar la información y permitir la realización desíntesis a nivel nacional y regional.La experiencia realizada en México por el InstitutoNacional de Estadística y Geografía (INEGI) en elcenso de 2010 para medir las condiciones de la vialidad,señalización, alumbrado público, accesos peatonales yvehiculares, alcantarillado, rampas y arborización en áreasurbanas ha establecido un primer referente de medición delentorno urbano 35 . Otra iniciativa de interés es la mediciónmediante encuestas de satisfacción, como la realizadapor la red “Ciudad, ¿Cómo Vamos?”. Sin embargo,la complejidad de la tarea, su carácter necesariamentesubjetivo y la importancia del contexto específico de cadasituación representan limitaciones estructurales para labúsqueda de respuestas al desafío de la medición de lacalidad de los espacios públicos.Recuadro 3.7¿Cómo vamos?En la región, diversas iniciativas de la sociedad civil buscanmedir la calidad de vida en el entorno urbano y contribuiral debate sobre espacio público y su inclusión en la agendapolítica.Como parte de esas acciones, han surgido, en ciudades comoBogotá 36 , Guadalajara 37 , Lima 38 o La Paz 39 , observatoriosciudadanos para el control de la gestión municipal y lageneración de conocimiento que ayude a la toma de decisiones.Estos organismos se han unido en la Red Latinoamericana deCiudades Justas y Sostenibles. Dicha red agrupa ya a más de37 observatorios o entes locales en nueve países (Argentina,Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México, Paraguay, Perú yUruguay).Con una mezcla de indicadores cuantitativos y de percepciónciudadana, estos observatorios evalúan y monitorean diversoscomponentes bajo la pregunta común ¿Cómo vamos?En el caso de “Bogotá, cómo vamos”, pionero en la región,la condición y calidad del espacio público se mide, desde unavisión que prioriza lo colectivo y al peatón, a partir de:• Cambios, condiciones y cobertura de la malla vial que sirveal Transmilenio y a las ciclorutas.• Cantidad de espacio público por habitante.• Condiciones de los andenes y separadores según losusuarios.• Calificación ciudadana a parques y zonas verdes, víasde acceso barriales, iluminación de espacios públicos,transporte público, estado de la malla vial y administracióndel tránsito.Frontera difusa entre espacio público yprivadoEn una región con altos índices de desigualdad de ingresoy oportunidades, el acceso real a las ofertas urbanasestá estrechamente ligado al estatus socioeconómicodel ciudadano. En las ciudades de América Latina yel Caribe, el espacio público se presenta fragmentadotanto en la oferta como en sus condiciones de diseño,mantenimiento, acceso, seguridad, localización yanimación. Es una fragmentación relacionada con lasegregación social y espacial 40 , mecanismos que tienden areforzarse mutuamente.El déficit y la inequidad en el acceso a espacios públicosno se han solucionado con la expansión de las ciudades,más bien al contrario. Como consecuencia de la débilregulación del mercado de suelo, las cesiones de suelo paraespacio público en el marco de proyectos de desarrollourbano, cuando existen, no siempre son adecuadas, ni enproporción, ni en calidad o localización.En las áreas precarias, una cancha de fútbol y un salóncomunitario constituyen, en el mejor de los casos, laúnica oferta de espacio público al margen de las calles.El crecimiento urbano no planificado ha producido áreascon vías muy estrechas, sin pavimento ni desagües, enlas que los terrenos que podían servir para actividadescomunitarias han sido ocupados para usos privados.Es particularmente preocupante considerando que losimpactos negativos de la falta de espacio público aumentancuando la superficie interior de la vivienda por personatambién es reducida, creando una doble reclusión urbana.Sin embargo, sería un error no valorar los espaciospúblicos que resultan de la ocupación orgánica o informaldel terreno, especialmente considerando el carácter delas actividades y eventos que acogen 41 . En general, losespacios públicos existentes en los barrios precarios tienenun significado particular para quienes los habitan 42y presentan el potencial de transformarse en espaciospúblicos totalmente consolidados y con altos grados desostenibilidad económica y social mediante intervencionesfísicas de alcance relativamente reducido.Por otra parte, los proyectos inmobiliarios de barrioscerrados destinados a un público de poder adquisitivomedio y alto tienden a incluir espacios de recreo cuyoacceso está restringido a los habitantes del condominio, ycon un tamaño y un diseño generalmente limitado o, entodo caso, muy lejos de lo que se podría alcanzar con unadebida planificación y aprovechamiento colectivo de losesfuerzos de inversión.Vivienda, espacios públicos y convivencia 71

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