Subsidios a la construcción y mejora deviviendasAmérica Latina y el Caribe destacan en el escenariointernacional por la calidad y diversidad de sus programasde subsidio a la vivienda. Los subsidios, recursos públicosno reembolsables, en general en dinero, pero también enmateriales, facilidades de crédito, reducción de costosasociados a la vivienda y otros complementos, han sidoutilizados en la región como un importante instrumentode las políticas públicas de vivienda y hábitat.Desde la década de 1980, varios países de la regiónhan adoptado progresivamente políticas de viviendade interés social orientadas al mercado mediante elllamado “subsidio a la demanda”. Por este mecanismo,el Estado concede directamente al hogar o persona debajos ingresos un dinero o bono para complementar sucapacidad económica y facilitar su acceso a una viviendasocial producida por el mercado. Además de ayudar a lasfamilias, este tipo de política busca incrementar el stockde viviendas mediante la producción privada e incentivarel sector de la construcción y, con ello, la dinámicaeconómica del país.Siguiendo el modelo chileno, pionero en la región,países como Colombia, Costa Rica, México y Brasilhan adoptado esquemas de subsidios similares para laconstrucción, adquisición o mejora de las viviendas.Según el país y la población beneficiaria, el esquemade subsidios a la demanda, se completa con créditoshipotecarios más favorables y otros subsidios directoso indirectos para la producción de vivienda. Sonlos “subsidios a la oferta”, que apoyan a empresas yprestadores de servicios para la adquisición de terrenos, laproducción de materiales, la construcción de viviendas einfraestructuras, la disponibilidad de servicios bancarios ycréditos. También incluyen descuentos en pagos asociadosa los trámites, la escrituración y el registro de la propiedadpara las viviendas de interés social.En el pasado, las tentativas de subsidio masivo a la ofertade vivienda no fueron muy exitosas ya que no permitíanoptimizar los costos. Sin embargo, vale la pena destacarel interés de este mecanismo para facilitar o acelerar laadaptación de la oferta de viviendas y servicios haciatipologías y productos de interés social, que no se generanespontáneamente por no tener suficiente rentabilidadinmediata.También existen programas de subsidios directos depequeñas cuantías para la mejora de las condiciones físicasde las viviendas con altas carencias habitacionales, enespecial para la cocina y los baños. Generalmente, llegan aun mayor número de beneficiarios al no estar vinculadosa condiciones jurídicas de propiedad o reconocimientoformal del asentamiento. Son programas que tienenuna visibilidad política importante al permitir mejorasRecuadro 3.4El modelo chileno y sus límitesConsiderado como un paradigma regional, el modelodesarrollado por el Gobierno chileno logró reducir a mínimos eldéficit cuantitativo de viviendas y prácticamente universalizarla cobertura de servicios básicos en áreas urbanas. Con unaorientación de mercado, el Estado se valió de subsidios directosa los hogares para que pudieran adquirir una vivienda socialnueva producida por el sector privado, un mecanismo que enlos años ochenta fue innovador. Este esquema incorporó ladesregulación sobre localización, diseño y estándares de lasviviendas, y la liberalización normativa del suelo.Hoy, si bien el stock habitacional ha aumentado ampliamentey el déficit cuantitativo ha disminuido a mínimos, problemasde calidad, segregación, fragmentación, inseguridad, violenciaurbana y hacinamiento, principalmente en barrios y áreasdonde se localiza la vivienda social subsidiada, ocupan unespacio importante en las preocupaciones públicas.Investigaciones académicas como “Los con techo” 25 y “Crimeny violencia urbana” 26 hablan del impacto del diseño y ubicaciónde las viviendas subsidiadas en estos problemas sociales. Lacalidad y localización de la vivienda y su entorno destacancomo elementos centrales a ser considerados en las políticashabitacionales.El gran dinamismo y construcción de viviendas sociales juntocon la desregulación de las áreas de expansión urbana y la faltade una política de suelo coordinada con la política de vivienda,contribuyó, al menos en el caso de Santiago, al incrementodesproporcionado de los precios de los terrenos en la periferiade la ciudad. La consecuencia ha sido un peso cada vez mayordel suelo en el costo total de la vivienda y crecientes distanciasal centro y los subcentros de la ciudad. Este efecto dificulta elacceso de los pobres a una vivienda, al tiempo que reduce lacalidad de las viviendas ofrecidas 27 .concretas de la vivienda, pero no resuelven problemas defondo, como la falta de acceso a agua entubada, a una redde recolección de excretas y de aguas residuales.Las ventajas e inconvenientes de los mecanismos desubsidios descritos han sido objeto de numerososdebates. Los subsidios son herramientas poderosas pero,al introducir distorsiones en el mercado, requieren serutilizados con cuidado y transparencia para no generarcostos sociales, económicos o ambientales que puedancomprometer el alcance de sus objetivos y su sostenibilidad.El subsidio debería beneficiar a quien más lo necesita.La lógica del mercado tiende a excluir a sectores muyvulnerables que no ofrecen el perfil económico, de ahorroy cofinanciación exigidos. Esta exclusión se refuerzapor la ineficiencia y bajo desarrollo de los mercados desuelo urbanizado, financiero y de crédito en la región. Lasolución pasa por incluir criterios de selección acordescon las realidades socioeconómicas de las familias pobres.Además, debe reconocerse que no siempre es viable unavivienda en propiedad y un crédito bancario, y que, enestos casos, hay que buscar otras alternativas, como lossubsidios para el alquiler.68 Estado de las ciudades de América Latina y el Caribe • 2012
Una debilidad de los esquemas de subsidios está ligadaa la localización, el diseño y la calidad de las viviendassubsidiadas. Cuando estos dos componentes sondeterminados por el mercado, la presión por rebajar loscostos lleva a elegir terrenos extremadamente periféricosy generar condiciones habitacionales y de serviciosinsuficientes. Por ello, es necesario articular los subsidioscon estándares mínimos de calidad o, de lo contrario,se termina creando nuevas trampas de pobreza. Sinorientación del poder público, el mercado sigue su lógicaeconómica, y reproduce espacialmente el patrón desegregación social que predomina en la región.Si bien no se ha identificado una solución universal paratodos los contextos, es razonable afirmar que los programasmás efectivos son los que logran combinar las ventajas delas modalidades de oferta y demanda, la actuación públicaen la regulación de estándares y el dinamismo de losmercados de suelo.Un factor relevante a tener en cuenta es que buena partede las necesidades habitacionales de los hogares pueden sersatisfechas con el stock de vivienda. Por ello, es importanteatender también la calidad de las unidades existentesmediante programas de mejoramiento de viviendas ybarrios, intervenciones para reducir su vulnerabilidadestructural y la renovación de áreas urbanas.Políticas de suelo y planificaciónurbanaEn la mayoría de las economías de la región, se iniciaronen las últimas décadas procesos de liberalización delmercado de suelo urbano que, unidos a otros factores,han sido caldo de cultivo de fenómenos especulativos. Elmercado del suelo tiene la particularidad de no ser elástico.Es un recurso natural, disponible en cantidad limitada yaltamente determinado por criterios de localización y deinfraestructura, que no son transferibles.El problema es que la tierra no solo tiene una funcióneconómica, también tiene un fin social inherente. Laadquisición de suelo, ya sea en el mercado formal oinformal, es uno de los vehículos principales de acceso ala vivienda. También determina las formas y condicionesde la expansión urbana. Las políticas de vivienda, laspolíticas urbanas y las políticas de reducción de la pobrezano pueden abordarse ignorando las condiciones delmercado de la tierra, incluyendo su componente informal.Paradójicamente, el suelo urbano raramente ha sido objetode una política de Estado y, en la mayoría de los países,solo se han tomado medidas a posteriori con el objetivo deregularizar situaciones de ilegalidad o informalidad. Salvoalgunas excepciones, en las ciudades de América Latinay el Caribe, el mercado de suelo está poco reglamentadoy no existen políticas públicas claramente orientadas afavorecer su distribución más equitativa.La concentración de recursos económicos en la ciudady el incremento sostenido del precio del suelo urbanohacen que la fiscalidad del suelo sea un instrumento clavepara la financiación de proyectos y del proprio gobiernolocal. Frente a la tradición regional de baja tributacióninmobiliaria, varias ciudades, como São Paulo y Bogotá,cuentan con experiencias importantes de obtención derecursos a partir del beneficio económico que los propiosgobiernos generan cuando otorgan usos y densidades desuelo, y cuando realizan inversiones públicas en un áreade la ciudad.Recuadro 3.5Subsidios a la vivienda en Colombia y BrasilEn Colombia, desde 1991, existe un sistema institucionaly financiero para el desarrollo de subsidios públicos a loshogares, principalmente para la compra de vivienda nueva. Eldispositivo distingue dos grandes grupos: viviendas de interésprioritario, para las familias más pobres, y viviendas de interéssocial, para hogares con recursos limitados. El monto delsubsidio es progresivo en función de la capacidad económicay la puntuación que reciben las familias en el sistema nacionalde identificación de potenciales beneficiarios de programassociales (SIBEN).Según una reciente evaluación del BID 28 , solo un 15% de loshogares colombianos tiene capacidad económica para cubrirlos costos de una hipoteca. Una consecuencia importantees que la efectiva utilización de los subsidios asignados esbastante inconstante, pues los hogares no siempre reúnenlas exigencias de ahorro o de perfil bancario. La evaluaciónmostró, también, que el costo de la vivienda en propiedad yel crédito bancario llegan a comprometer la canasta básica deconsumo de un 25% de los hogares beneficiados, es decir, paraestos hogares la vivienda opera como un inductor de pobreza.En 2009, el Gobierno de Brasil lanzó un programa nacional paracrear un millón de viviendas en dos años, “Mi casa, mi vida”.El programa comprende varias modalidades estructuradas enfunción del nivel de renta de los hogares. Para las familiasque ganan hasta 3 salarios mínimos, el programa opera conorganizaciones de base y alianzas público-privadas. Para losotros grupos el mecanismo está más alineado con los enfoquestradicionales del sector privado.El programa combina subsidios a la demanda y financiamientode vivienda asequible mediante prestamos rembolsables. Enlos dos primeros años, se han construido y entregado más de338.000 viviendas, y contratado más de un millón. Además,fueron invertidos 53.140 millones de reales (28.000 millones dedólares) y creado 665.000 nuevos empleos.Por su envergadura y las cantidades de dinero que implica,está considerado un hito en la consolidación de una política devivienda en Brasil. Entre los desafíos que enfrenta el programafigura el de contribuir a crear ciudades más compactas,integradas y sostenibles, incluyendo la prestación de servicios,un aspecto que se prevé reforzar en la segunda fase.Información disponible en:http://www1.caixa.gov.br/gov/gov_social/municipal/programas_habitacao/pmcmv/Vivienda, espacios públicos y convivencia 69
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