IBEROAMÉRICA
Miradas2015
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CAPÍTULO 3<br />
«se reconoce que en los asentamientos humanos con alta población descendiente de pueblos<br />
indígenas o afrodescendientes, los estudiantes asisten a los centros escolares del poblado, y<br />
cuentan con los servicios y equipamiento básico necesario para su proceso educativo».<br />
México, entretanto, indica que para los establecimientos destinados a la educación inicial indígena,<br />
dirigida a niñas y niños menores de tres años, se necesita «un lugar agradable y seguro que<br />
brinde las condiciones necesarias para favorecer los procesos de enseñanza y aprendizaje, y para<br />
resguardar los materiales educativos». Este lugar, con infraestructura propia, se denomina Centro<br />
de Educación Inicial Indígena. En algunas comunidades, estos centros aún no cuentan con instalaciones<br />
apropiadas, «por lo que la o el docente deben buscar la participación de madres, padres,<br />
así como de la comunidad en general, para gestionar las acciones y recursos que permitan<br />
mejorarlos». En otros casos, si no existe el centro educativo como tal, se busca un espacio físico<br />
temporal «que se adecuará para que niñas y niños puedan desarrollar sus actividades de manera<br />
segura y agradable, mientras se realizan las gestiones correspondientes ante las autoridades educativas<br />
para la asignación o apertura del centro, así como su equipamiento».<br />
Recientemente, el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (inee) presentó un marco<br />
de referencia que ayuda a la evaluación de la infraestructura escolar de las escuelas públicas de<br />
educación básica de México (inee, 2015) basándose en los cambios normativos realizados en 2013<br />
al artículo 3.° de la Constitución, la Ley de Educación y el Instituto Nacional de Infraestructura<br />
Educativa (inifed), que posicionan a la infraestructura educativa como un componente clave del<br />
Sistema Educativo Nacional para alcanzar una educación de calidad en los grados escolares obligatorios<br />
(cpeum, 2014, 7 de julio; lge, 2014, 20 de mayo, y lginfe, 2014, 7 de mayo).<br />
Dicho marco plantea que las escuelas deben disponer de estructuras físicas seguras y durables<br />
que resistan a las inclemencias del tiempo, lo mismo que los riesgos asociados a su ubicación<br />
geográfica, «para salvaguardar la integridad de quien las ocupa». También se considera que deben<br />
contar con los servicios de energía eléctrica «para operar aun en la oscuridad», y de agua, drenaje<br />
y sanitarios, «con lo cual se asegura la permanencia, higiene y salud de la comunidad escolar<br />
durante largas jornadas de trabajo». Asimismo, se espera que alumnos y docentes cuenten con<br />
el mobiliario mínimo necesario «para sentarse y apoyarse para escribir durante el turno escolar».<br />
Además, debe incorporar las nuevas tecnologías, como internet, «para promover el desarrollo de<br />
competencias digitales y apoyar las acciones pedagógicas y de gestión escolar». Otra parte importante<br />
de la infraestructura básica de una escuela la representa el contar con espacios educativos<br />
como aulas y bibliotecas, así como otros espacios escolares dedicados a usos múltiples, dirección<br />
y administración de las escuelas. A continuación se presentan algunos de los resultados sobre los<br />
elementos mencionados, por considerarse los más relevantes.<br />
Entre los hallazgos más importantes del estudio realizado por el inee de México con relación a<br />
las condiciones físicas en las que operan las escuelas indígenas, aparece una clara desigualdad<br />
respecto de las escuelas que atienden otros servicios educativos (inee, 2015). En la tabla 3.6 se<br />
observa que más de la cuarta parte de las escuelas indígenas de preescolar (26,4%) laboran en<br />
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