Obras completas de SAN AGUSTÍN - 10

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aquel paralítico le llevaban en su camilla; pero, después de
haberle sanado, el Señor le dijo: Toma tu camilla y vete a tu
casa. Así, pues, una vez curada la parálisis, es él quien rige a
su carne y la lleva a donde quiere; la carne no le lleva a donde
él no quiere; es él quien lleva al cuerpo y no el cuerpo quien
le lleva a él. Es evidente que en la resurrección la carne no
sentirá el atractivo de los placeres, para llevar al alma por ciertas
suavidades y blanduras a donde ella no quiere y con frecuencia
es vencida, diciendo: Advierto otra ley en mis miembros
que se opone a la ley de mi mente, y me lleva cautivo
en la ley del pecado que reside en mis miembros. El paralítico
es llevado aún en la camilla, todavía no la lleva él. Exclame,
pues: ¡Infeliz de mil ¿Quién me librará del cuerpo de esta
muerte? Escuche la respuesta: ha gracia de Dios por Jesucristo
nuestro Señor. Por tanto, cuando hayamos resucitado, no
será la carne quien nos lleve a nosotros, sino nosotros quienes
la llevemos a ella; y, si la llevamos, la poseeremos, en lugar
de ser poseídos por ella, porque, liberados del diablo, somos
reino de Dios, y así la carne y la sangre no poseerán el reino
de Dios. Callen, pues, aquellos calumniadores que son en verdad
carne y sangre y no pueden pensar nada si no es carnal.
También de quienes perseveran en la misma prudencia de la
carne, razón por la que se les llama, justamente, carne y sangre,
se pudo decir acertadamente: La carne y la sangre no
poseerán el reino de Dios. Resuélvase la cuestión de este modo:
esos hombres que son carne y sangre —de los cuales dice tam-
paralyticus grabato portabatur: sed sanato Dominus ait: Tolle grabatum
tuum, et vade in domum tuam (Me 2,11). Sic ergo paralysi sanata tenet
carnem suam, et ducit quo vult: non quo non vult a carne ipse trahitur,
et portat potius corpus, quam portatur a corpore. Manifestum est quod
in illa resurrectione non habebit caro illecebrarum tractum, ut ducat animam
per quasdam titillationes atque blanditias, quo anima non vult, et
plerumque superatur, dicens: Video aliam legem in membris meis repugnantem
legi mentís meae, et captivum me ducentem in lege peccati,
quae est in membris meis. Ádhuc portatur grabato paralyticus, nondum
portat: exclamet ergo: Infelix ego homo, quis me liberabit de corpore
mortis huius? Respondeatur: Gratia Dei per Iesum Christum Dominum
nostrum (Rom 7,22-25). Cum ergo resurrexerimus, non nos caro portabit,
sed nos eam portabimus: si nos portabimus, nos eam possidebimus: si
nos eam possidebimus, non ab ea possidebimur; quia liberati a diabolo
regnum Dei sumus: atque ita caro et sanguis regnum Dei non possidebit.
Ergo calumniatores illi conticescant, qui veré sunt caro et sanguis, et
nihil possunt nisi carnaliter cogitare. Quia etiam de illis in eadem prudentia
carnis perseverantibus, unde caro et sanguis mérito appellantur,
recte dici potuit: Caro et sanguis regnum Dei non possidebunt.
CAPOT XIV.—Etiam hoc modo solvatur haec quaestio: quia tales
nomines, qui caro et sanguis appellantur (de talibus enim etiam Aposto-
La resurrección de los muertos 375
bien el Apóstol: Vuestra lucha no es contra la carne y la sangre—,
si no se convierten a la vida espiritual y no mortifican
con el espíritu los hechos de la carne, no podrán poseer el
reino de Dios.
15. «Pero ¿qué dijo en verdad el Apóstol?», preguntará
alguien. El significado más exacto es el que se extrae del contexto
de la lectura. Así, pues, escuchémoslo, y del amplio contexto
escriturístico veamos lo que quiso que se entendiese
bajo aquellas palabras. Dice así: El primer hombre, nacido de
la tierra, es terreno; el segundo hombre viene del cielo; como
es el terreno, así son los terrenos, y como es el celeste, así son
los celestes. Como llevamos la imagen del hombre terreno, así
hemos de llevar también la del hombre que procede del cielo.
Esto os digo, hermanos: la carne y la sangre no poseerán el
reino de Dios, ni la corrupción la incorrupción. Veamos cada
punto en particular. El primer hombre, dice, nacido de la tierra,
es terreno; el segundo hombre, del cielo. Como es el terreno,
así son los terrenos; es decir, todos han de morir; y
como es el celeste, así son también los celestes; es decir, todos
han de resucitar. El hombre celeste ya ha resucitado y ascendido
al cielo; a él nos incorporamos ahora por la fe, para que
él sea nuestra cabeza; para que los miembros sigan en el debido
orden a su cabeza y se manifieste a su tiempo en ellos
lo que ya se ha manifestado en ella; llevemos esto ahora con
fe, para llegar a su tiempo a la misma realidad y visión. Así
dice en otro lugar: Si habéis resucitado con Cristo, buscad las
lus dícit: Non est nobis colluctatio adversus carnem et sanguinem
(Eph 6,12), si non se ad spiritualem vitam converterint, et spiritu facta
carnis mortificaverint, regnum Dei possidere non poterunt.
15. Verior Apostoli sensus.—Verumtamen quid ait Apostolus, dixerit
aliquis? Ule enim verior sensus est, qui circumstantia lectionis
aperitur. Itaque ipsum potius audiamus, et ex tota quae circa est contextione
Scripturae, quid in eo loco intellegi voluerit, videamus. Sic
enim ait: Primus homo de térra, terrenus; secundas homo de cáelo.
Qualis terrenus, tales et terreni; et qualis caelestis, tales et caelestes.
Sicut portavimus imaginem terreni, portemus et imaginem eius qui de
cáelo est. Hoc autem dico, fratres, quia caro et sanguis regnum Dei non
possidebit; ñeque corruptio incorruptionem (1 Cor 15,47-50). Singula
ergo videaf 1621] mus. Primus homo, inquit, de térra, terrenus; secundus
homo, de cáelo. Qualis terrenus, tales et terreni, id est, omnes morituri:
et qualis caelestis, tales et caelestes (ib., 47-48), id est, omnes resurrecturi.
Iam enim caelestis homo resurrexit, et ascendit in caelum: cui
per fidem nunc incorporamur, ut sit ipse caput nostrum; membra autem
ordine suo sequantur caput suum, et quod praemonstratum est in capite,
tempore suo demonstretur in membris: modo autem hoc fide portemus,
ut ad ipsam rem et speciem suo tempore veniamus. Sic enim alio loco
dicit: Si autem resurrexistis cum Christo, quae sursum sunt quaerite, ubi