Obras completas de SAN AGUSTÍN - 10

386 Sermón 362
se viste de incorrupción e inmortalidad, dejará de ser carne
corruptible. Por tanto, si deja de ser carne corruptible, desaparecerá
el nombre de corrupción aplicado a la carne y a la
sangre; desaparecerá hasta el nombre de carne y sangre, porque
todos son términos propios de la mortalidad. Y si es así
y la carne resucitará, dado que se ha transformado y convertido
en incorrupta, la carne y la sangre no poseerán el reino de
Dios. Si alguien quiere entender que tal transformación se
dará en los que se encuentren aún en vida aquel día, de forma
que los ya muertos resuciten y los que aún vivan, en cambio,
sean transformados, admitiendo que el Apóstol haya hablado
en su nombre al decir: Y nosotros seremos transformados,
por la misma lógica se sigue que la incorrupción pertenecerá
ciertamente a todos, cuando esto corruptible se vista de incorrupción
y esto mortal se revista de inmortalidad. Entonces
se cumplirá lo que está escrito: «La muerte ha sido absorbida
en la victoria. ¿Dónde está, ¡oh muerte!, tu contienda? ¿Dónde
está, ¡oh muerte!, tu aguijón?» Al cuerpo que ya no es
mortal no se le llama con propiedad carne y sangre; eso lo
son los cuerpos terrenos; se llama cuerpo a lo que puede calificarse
ya de celeste. Lo mismo acontece cuando el Apóstol
habla de la diferencia entre las carnes: No toda carne es la
misma. Una es la carne humana, otra la de las bestias, otra la
de los peces, la de las aves y la de los reptiles. Hay también
cuerpos celestes y cuerpos terrestres. Nunca hablaría él de carnes
celestes, aunque a las carnes se las pueda llamar cuerpos,
duetur immortalitate; iam non erit corruptibilis caro. Si ergo non erit
corruptibilis caro, cessabit nomen corruptionis in carne et sanguine, cessabit
etiam nomen proprium carnis et sanguinis; quia mortalitatis sunt
ista nomina. Et si ita est et [1626] caro resurget, et quia immutatur et
fit incorrupta, caro et sanguis regnum Dei non possidebit (ib., 50). Quod
si illam immutationem in eis aliquis intellegere voluerit, quos tune adhuc
vivos ille dies inventurus est; ut qui iam mortui erant, resurgant, qui
autem adhuc vivunt, immutentur; ut eorum personam suscepisse credatur
Apostolus, cum ait: Et nos immutabimur (ib., 52); eadem tamen
ratio consequetur, quia illa incorruptio ad omnes utique pertinebit, cum
corruptibile boc induet incorruptionem, et moríale hoc induet immortalitatem.
Tune fiet sermo qui scriptus est: Absorpta est mors in victoriam.
Ubi est, mors, contentio tua? ubi est, mors, aculeus tuus? (ib., 54-55).
Corpus autem quod iam mortale non est, non proprie dicitur caro et
sanguis, quae terrena sunt corpora: sed Corpus dicitur, quod iam caeleste
dici potest. Sicut ídem apostolus cum diceret de carnium differentia:
Non omnis, inquit, caro eadem caro. Mía quidem est hominum, alia
pecorum, alia piscium, alia volucrum, alia serpentium. Et corpora, inquit,
caelestia, et corpora terrestria (ib., 39-40). Nullo modo autem diceret
carnes caelestes; quamvis carnes possint dici corpora, sed terrestria.
La resurrección de los muertos 387
pero terrestres. Así, pues, toda carne es cuerpo, pero no todo
cuerpo es carne; no sólo porque al cuerpo celeste no se le
llama carne, sino también porque no son carne otros cuerpos
terrestres como la madera, y las piedras, y cosas del estilo, si
las hay. Es cierto, por tanto, que la carne y la sangre no pueden
poseer el reino de Dios, porque la carne, al resucitar, se
transformará en cuerpo tal que no admitirá ya la corrupción
de la muerte y, en consecuencia, ni siquiera la denominación
de carne y sangre.
22. Pero prestad atención, hermanos, os lo ruego. No es
cosa sin importancia, pues se trata de nuestra fe. Respecto a
ella, hemos de mostrarnos precavidos, no tanto frente a los
paganos como frente a algunos hombres perversos que hasta
quieren ser considerados y pasar por cristianos. Ni siquiera en
tiempo de los apóstoles faltaron quienes decían que la resurrección
ya había tenido lugar, pervirtiendo la fe de algunos.
De ellos dice el Apóstol: Quienes se extraviaron respecto a la
verdad, afirmando que la resurrección ya ha tenido lugar, y
pervirtieron la fe de algunos. No carece de sentido el que no
haya dicho: «Se extraviaron de la verdad», sino: respecto a
la verdad; en cualquier caso, no mantuvieron la verdad. La
muerte es eliminada y no existirá de ninguna manera. Como
dice el Apóstol: Lo mortal será absorbido por la vida. Del
Señor se dijo también que había devorado la muerte. No hay
que pensar que se retira la muerte como si tuviera un ser
propio, sino que dejará de existir en el cuerpo en que existía;
Omnis enim caro corpus est: non autem omne Corpus caro; non solum
quia caeleste corpus non dicitur caro, sed etiam quaedam ipsa terrestria,
sicut ligna et lapides, et si quid eiusmodi est. Etiam sic ergo caro et
sanguis regnum Dei possidere non possunt: quia resurgens caro in tale
corpus commutabitur, in quo iam non erit mortalis corruptio, et propterea
nec carnis et sanguinis nomen.
CAPUT XIX.—22. Error quorumdam circa veritatem resurrectionis.
Sed intendite, fratres, rogamus vos; non est res parvi pendenda, de fide
nostra agitur: cui non tam a Paganis cavendum est, quam a quibusdam
perversis, qui se Christianos dici et videri volunt. Non enim deerant
etiam sub Apostolis, qui dicerent resurrectionem iam factam esse, et
fidem quorumdam perverterent, de quibus Apostolus: Qui circa veritatem,
inquit, erraverunt, dicentes resurrectionem iam factam esse; et fidem
quorumdam subverterunt (2 Tim 2,18). Non autem vacat quod non
ait: A veritate aberraverunt; sed, circa veritatem, non tamen veritatem
tenuerunt. Mors ergo tollitur, et non erit quodam modo: sicut Apostolus
nit: Absorbebitur mortale a vita (2 Cor 5,4). Sic enim dictum est et de
Domino, quia deglutivit mortem (1 Petr 3,22). Non enim quasi recedit
mors habens aliquam substantiam suam: sed in ipso corpore ubi erat,