Obras completas de SAN AGUSTÍN - 10

552 Notas complementarias
ma rígida de la penitencia única trajo sus consecuencias para la vida de
los fieles. Ante el temor de volver a caer, muchos que ya habían entrado
a formar parte del grupo de los penitentes diferían indeterminadamente
el pedir la reconciliación y seguían en su vida de pecado. De
aquí la persistente exhortación de Agustín a los penitentes a que cambien
de vida (sermón 232,8; 393). Otros no se atrevían ni siquiera a pedir
la penitencia, que conllevaba cargas muy pesadas. Unos y otros esperaban
poder reconciliarse por la vía rápida en el momento de la muerte,
pues entonces la Iglesia era mucho menos exigente en sus condiciones.
Sin duda, era una posibilidad más breve y menos molesta. Pero la solicitud
pastoral del obispo no podía conformarse con eso. La misericordia
de Dios nunca debía ser motivo para vivir alejado de él. Y, por otra parte,
¿quién puede disponer del tiempo de su muerte? ¿A quién se le ha
asegurado que podrá hacer penitencia en aquel momento? No queda
otra alternativa, pues, para quien quiera obtener el perdón de Dios, que
hacer penitencia mientras se halla en salud, cuando aún tiene tiempo.
Como dice tantas veces el Obispo de Hipona, Dios te ha asegurado el
perdón para cuando te arrepientas en el día de mañana; pero nadie te
ha asegurado el mañana. Además, Agustín en el sermón 393 sale al paso
de la excesiva confianza de algunos en el perdón obtenido por esa penitencia
rápida, sin los ejercicios expiatorios por los pecados: la purificación
obtenida por tal penitencia no es idéntica a la del bautismo. El
bautismo lo borra todo ciertamente, sin que quede la menor duda; pero
¿sucede lo mismo con esa penitencia? Agustín no afirma ni niega; se
limita a expresar su duda.
ÍNDICES
DEL SERMONARIO COMPLETO