libro epistemologias.pdf - Pratec
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Parecería que el concepto detrás de todo este esfuerzo es la de promover una mente<br />
triunfante capaz de doblegar a la naturaleza propia a la que hay que forzar al límite de<br />
sus posibilidades, y contra la naturaleza externa a la que hay que conquistar y vencer. La<br />
racionalidad ya no es la del juego –si en este caso se puede hablar de racionalidad- sino<br />
del cálculo premeditado. En ésta el cuerpo se transforma en un medio para lograr el fi n<br />
que no es otro que triunfar sobre el oponente. La competencia, la velocidad y la ideología<br />
de la efi ciencia se convierten en los motores y valores que guían la educación del cuerpo.<br />
La tensión y el control de la atención devienen en temas prioritarios antes que el disfrute<br />
placentero de jugar por el gusto de jugar. Como indica Duer:<br />
Los tiempos en que las metas principales de practicar un deporte eran divertirse, hacer<br />
amigos y, en el mejor de los casos, ganar luego de haber competido sanamente, se ven cada<br />
vez más lejanos (Duer,W. 2008:44).<br />
Un cuerpo relajado es signo de descuido. La norma es un cuerpo disciplinado capaz de<br />
obedecer las reglas de una estrategia impuesta por la naturaleza competitiva de la actividad<br />
y que una burocracia deportiva debe hacer cumplir maquinalmente.<br />
Con el advenimiento o más bien con el sometimiento en el siglo XX de las disciplinas<br />
deportivas a los intereses de los conglomerados económicos y de las grandes fi rmas,<br />
el deporte quedó encerrado en los límites de la competencia económica y fi nanciera de<br />
las corporaciones y el cuerpo del deportista devino en una mercancía. Con ello, el club<br />
deportivo mudó en fábrica.<br />
Lo que la fábrica había hecho con el cuerpo desde sus inicios en el siglo XIX, se repitió<br />
en la segunda mitad del siglo XX en el seno de los clubes deportivos, que contaron para<br />
ello con el apoyo y asesoría de empresas de todo tipo, en particular de los medios masivos<br />
de comunicación. El cuerpo devino en un factor de producción deportivo, volviéndose,<br />
en aquello que Chaplin denunció en la película “Los Tiempos Modernos”, es decir en<br />
una extensión de la máquina, un cuerpo que funciona mejor cuanto más efi ciente es en el<br />
uso repetitivo y agobiante de ciertos movimientos musculares. De esta manera el cuerpo<br />
empezó a conocer una enfermedad que no sucedía cuando jugaba: el estrés, una manera en<br />
que la naturaleza humana se expresa, defi ende o escapa cuando es subyugada .<br />
La economía decretó en el siglo XIX, cuando ya se hablaba de la naturaleza como objeto,<br />
que el cuerpo humano es un factor de producción más al lado de la máquina y de las<br />
materias primas. Marx lo bautizó como la principal “fuerza productiva”, y productor de<br />
plusvalía (Marx, C. 1973: 201). Siguiendo este guión, algunos deportistas de éxito optaron<br />
o los conminaron a recorrer el camino de ser un bien transable en el mercado de valores.<br />
Para su realización como tal se integraron en una cadena del negocio que va desde del<br />
hincha que no perdona, hasta las agencias de publicidad pasando por las compañías<br />
constructoras, y se hicieron un lugar en el portafolio de empresas o de corredores deportivos<br />
que empezaron a negociar con su autorización un sitio y un precio en el “mercado del<br />
deporte”. Esta “profesionalización” implicó además su consentimiento para que grandes<br />
fi rmas se apoderaran de una fracción de dinero producto de las transacciones realizadas<br />
al tiempo que asumió códigos de conducta deportiva impuestos por los clubes. Otros, en