Estereotipos negativos hacia la vejez y su relación con variables ...

Fundamentación teórica
sentimiento de satisfacción vital ha sido también encontrado en encuestas realizadas
con amplias muestras de la población española (IMSERSO, 1995, 2000, 2002)
Uno de los aspectos estudiados en las personas mayores, es la actitud que
mantienen hacia su propio proceso de envejecimiento. Con esta expresión, Levy, Slade,
Kumkel y Kasl (2002) hacen referencia a las expectativas que las personas mantienen
hacia sí mismas en esta etapa del ciclo vital. Estos autores han encontrado que la actitud
hacia la propia vejez es uno de los elementos que parecen tener un mayor impacto en
una variedad de facetas vitales de los adultos mayores. En este estudio, realizado con
personas mayores de 50 años durante un periodo de más de dos décadas, Levy et al.
(2002), se propusieron comprobar si los sujetos mayores con una percepción más
positiva hacia su proceso de envejecimiento, tenían una mejor salud que los que
mantenían una percepción negativa hacia ella. Los autores emplearon los 5 ítems de la
subescala actitud hacia la propia vejez, del Cuestionario de Satisfacción Geriátrica de
Filadelfia de Lawton (1972), como medida de autopercepción de la vejez, recogiendo los
datos cada dos años. La hipótesis establecida resultó cierta, ya que los resultados
obtenidos mostraron que el declive en la salud funcional de las personas que tenían una
actitud positiva hacia la propia vejez era menor, significativamente, que las que
mantenían una percepción negativa.
Asimismo, Levy et al. (2002) encontraron que las autopercepciones positivas en
relación con la vejez, se asociaban con la mayor longevidad de los sujetos. Así, las
personas que tenían una actitud más positiva hacia la vejez, fueron los que mostraron
más supervivencia. Este hecho fue comprobado cuando se volvió a controlar a esta
población 23 años después. Los autores llegaron a la conclusión de que las
autopercepciones hacia la vejez tenían un mayor impacto en la supervivencia que todas
las demás variables. Este resultado apareció tanto entre hombres como entre las
mujeres, y con independencia de si tenían mejor o peor salud funcional, de la edad y del
estatus económico o de si informaban de problemas de soledad.
Los resultados de esta investigación sugiere que los ancianos pueden ser
particularmente vulnerables a las expectativas relacionadas con los procesos de
pérdidas en la vejez. Por ejemplo, Levy, Slade y Kasl (2002) han encontrado que las
personas que presentaban unas expectativas más positivas hacia las fracturas debidas a
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