Estereotipos negativos hacia la vejez y su relación con variables ...
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Aproximación al <strong>con</strong>cepto de <strong>vejez</strong><br />
Por otra parte, se resaltan <strong>la</strong>s enormes diferencias interindividuales, lo que hace<br />
<strong>su</strong>gerir que existen patrones individuales de envejecimiento en función de <strong>variables</strong> tales<br />
como <strong>la</strong> salud y <strong>la</strong> educación y los hábitos de vida entre otros (Fernández-Ballesteros,<br />
2000). Por otra parte, Schaie (1996) seña<strong>la</strong> que a los 60 años <strong>la</strong> mayor parte de <strong>la</strong>s<br />
personas han experimentado algún declive en, al menos, una de <strong>su</strong>s habilidades, pero<br />
en ninguno de los <strong>su</strong>jetos de <strong>su</strong>s investigaciones apareció un declive en todas <strong>la</strong>s<br />
dimensiones que se estudiaron, ni siquiera en los de más de 85 años.<br />
En cuanto a <strong>la</strong> incidencia de <strong>la</strong>s demencias, Ritchie, Kildea y Robine (1992)<br />
realizaron un metaanálisis sobre trece trabajos precedentes, en<strong>con</strong>trando una tasa de<br />
demencia del 2,6 % entre <strong>la</strong>s personas de 70 a 74 años, que iba aumentando en <strong>la</strong>s<br />
edades <strong>su</strong>periores. Estos datos apuntan a que, aunque se produce un aumento en <strong>la</strong>s<br />
demencias <strong>su</strong>perior al de <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción más joven, tales patologías no son un hecho<br />
inevitable ni universal incluso en <strong>la</strong>s edades que rozan el límite de <strong>la</strong> existencia humana.<br />
d) Los ancianos aparecen como psicológicamente rígidos e incapaces de adaptarse a<br />
los cambios.<br />
De nuevo, los datos apoyan <strong>la</strong> existencia de <strong>la</strong> flexibilidad en <strong>la</strong> última etapa de <strong>la</strong><br />
vida (Schaie, 1994) y de adecuados recursos de afrontamiento (Diehl, Coyle,y Labouvie-<br />
Vief, 1996). Los ancianos no parecen ser inherentemente menos flexibles en términos de<br />
actitudes o estilos de personalidad que <strong>la</strong>s personas más jóvenes, sino que diferentes<br />
estudios (Gatz, Kasl-Godly y Karel, 1996; Regier et al., 1988) han demostrado que tienen<br />
recursos de afrontamiento en abundancia, lo que les lleva a manejar el estrés en una<br />
variedad de situaciones de una forma efectiva. Además, en <strong>su</strong> mayoría presentan<br />
<strong>su</strong>ficientes recursos adaptativos para hacer frente a <strong>la</strong>s demandas derivadas de los<br />
mayores problemas de salud y del gradual estrechamiento de perspectivas de futuro. Por<br />
ejemplo, hay investigaciones que <strong>su</strong>gieren que <strong>la</strong> <strong>vejez</strong> no es una etapa del desarrollo<br />
especialmente estresante (Deeg, Kardaun y Fozard, 1996; Ruth y Coleman, 1996) y que<br />
junto a una mayor fragilidad biológica, aparece también <strong>con</strong> el aumento de <strong>la</strong> edad mas<br />
fortaleza en cuanto a los recursos de adaptación psicológica y cultural (Baltes,<br />
Staudinger y Linderberger, 1999; Fernández-Ballesteros, Díez Nicolás y Ruiz Torres,<br />
1999). En algunos estudios de personalidad realizados desde el modelo pentafactorial<br />
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