Estereotipos negativos hacia la vejez y su relación con variables ...

Fundamentación teórica
Heckhausen y Krueger (1993) han encontrado que existe una tendencia en los
sujetos a autoevaluarse favorablemente cuando se comparan con la gente de su edad.
Este aspecto se manifestaba en su estudio en unas expectativas más favorables para sí
mismos en cuanto a un aumento de atributos deseables, y en un menor incremento de
atributos poco deseables. Los autores también demostraron que los adultos de
diferentes edades esperaban unas pérdidas más graves para la mayoría de la gente que
para ellos mismos, y que esta tendencia era aún más acusada en las personas más
mayores. Este fenómeno ha aparecido claramente en estudios en los que se pide a las
personas mayores que evalúen su salud, comparándola con la de personas de su
mismo grupo de edad. Por ejemplo, los investigadores del Berlin Aging Study,
demostraron que hay una gran discrepancia entre la evaluación subjetiva de su salud en
comparación con las del endogrupo, y el estatus médico objetivo de los sujetos
encuestados.
El que las personas de edad avanzada sostienen en gran medida los estereotipos
negativos hacia la vejez, se ha puesto también de manifiesto en las encuestas realizadas
a participantes mayores sobre actitudes hacia la vejez, en las que las preguntas están
formuladas, en un sentido general, es decir, cuando los participantes no deben
responder desde su propia experiencia, sino desde un referente generalizado, del tipo “la
vejez” o “las personas mayores”. Así, en dichas encuestas, los resultados han
demostrado que las imágenes hacia la vejez que mantienen las personas mayores, son
mucho peores de lo que podría sugerirse de los resultados que aparecen en los
autoinformes, en los cuales, como se ha dicho, aparece que la mayor parte de ellos
manifiestan experimentar un alto grado de satisfacción vital.
Un ejemplo de este fenómeno se encuentra en el estudio que realizaron Harris et
al. (1976). En él se preguntó a personas de diferentes edades si pensaban que una serie
de problemas que se les presentaban podían ser muy serios para la mayoría de
personas mayores de 65 años. A los participantes que tenían más de 65 años les
preguntaron también si esa situación era actualmente para ellos un problema muy serio.
Cuando se compararon las respuestas de las personas mayores de 65 años sobre lo
que era un grave problema para ellos mismos en relación con los que percibían para los
otros de su misma edad, se encontró una gran discrepancia. Así, los resultados
mostraron que estas personas se percibían como teniendo muchos menos problemas
100